lunes, septiembre 22, 2008

México en llamas

Es triste pensar en lo que pasó en la ciudad de Morelia, Michoacán, este 15 de septiembre. De hecho, no creo equivocarme al calificar de inverosímil lo ocurrido. Todavía no puedo creerlo, claro, tal vez ese sea mi defecto más acendrado, el escepticismo. En mis días supe de todo, observé algunas cosas más y pensé que los mexicanos, como tales, nunca podríamos dañarnos los unos a los otros. Pues bien, los hechos y la historia siempre se encargan de darnos, a los que todavía creemos en el espíritu humano, una paliza, para que no olvidemos, un elemento contundente, íntegro de la naturaleza humana: todos los días luchamos por superarnos, sea para bien o sea para mal.

No puedo empezar por describir lo sorprendido, enojado y sediento de sangre que me siento, como parte del pueblo, por este atentado con bombas que ocurrió la noche del 15 de septiembre de 2008 en México. Sí, no puedo creerlo... ¡En México!

Sí, ya se habían registrado bombazos en distintos lugares de la República Mexicana, pero ninguno había tenido víctimas, ni habían detonado en sitios públicos. Al contrario, grupos guerrilleros como el EPR se habían empeñado en señalar que nunca permitirían que uno de sus operativos afectara a la población civil. Eso hizo suponer a muchos, incluyéndome a mí, que los ataques solamente se dirigirían contra intereses corporativos o de importancia gubernamental. No habría consecuencias contra las "personas de a pie". Que equivocado estaba.

Durante una conversación, anterior al llamado "Grito de Independencia", realicé una pregunta que siento que nunca debí hacer:
-¿Tú crees que los narcotraficantes y criminales celebren las fiestas patrias? -pregunté-
-Pues quién sabe, tal vez, sean más patrioteros de lo que pensamos -me contestó mi interlocutor-

¿Habrá sido mi deseo por creer en la humanidad y consideración de parte de los criminales hacia personas comunes y corrientes como yo, lo que atrajo espiritualmente esos sucesos deleznables? Máxime que ésta era una fecha especial, comparable en esta tierra a la Navidad o acontecimientos semejantes.

Sé que no es posible que mi cuestionamiento haya provocado que diversos "entes" -ubicados a miles de kilómetros- enmascarados en el anonimato que brindan las aglomeraciones festivas, armados de una infinita maldad, inmundicia é iniciativa propia, tasajearon a gente inocente, sin importarles siquiera, la presencia de mujeres y niños. No tengo palabras para calificar a esas bestias...

¿Como lidiar con la determinación de quienes arrojaron las granadas de fragmentación, pues no les importó saber que había presentes mujeres e infantes? ¿Cómo no pensar en la pena de muerte? ¿Cómo no querer que se les califique de "traidores a la patria", a fin de ejercer la constitución en toda su dimensión y acabar con las vidas de aquellos que se atrevieron a tal porquería? Porque es obvio que a ellos no les molestó, en lo más mínimo, segar la vida de padres, madres e hijos. ¿Por qué se les debe mostrar clemencia o consideración? ¿Por qué? Porque si los trataramos igual ¿Descenderíamos a su nivel? Seguramente, habrá individuos que disientan de mi forma de ver las cosas. No obstante, no considero que "poner la otra mejilla" en este caso vaya a traernos consecuencias deseables.

Y así, todavía hay legisladores que se atreven a rechazar la "pena capital" y contraveniendo todo sentido común, exhiben su poca voluntad política, su inexistente compromiso social al manifestar que la imposición de dicha sentencia en otros países, no ha tenido un impacto positivo en la reducción de la violencia y/o delincuencia. No, posiblemente las estadísticas sean poco alentadoras a este respecto y en nada apoyen el deseo por aplicar dicha sanción. Probablemente lo que se necesita es un sistema educativo, otro de prevención, uno más de seguridad social y demás etcéteras. Pero son los legisladores quienes no otorgan más recursos al sistema educativo, son ellos los que entregan cantidades risibles a los cuerpos de policía para que compren equipo y se capaciten, amén de las cantidades exhorbitantes de dinero que se autodispendian.

Algo sí queda claro, definitivamente los congresistas en México SÍ viven totalmente desconectados de la realidad y de los votantes que los llevaron a ocupar un escaño tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. No puede ser posible que esos mismos idiotas que propugnaron por la despenalización del aborto en la Ciudad de México para finalizar la existencia de un infante nonato con el único objetivo -paradójicamente hablando- de respetar el derecho de cada mujer a decidir que hacer con su cuerpo, así como con el producto no deseado de una relación sexual, sean esos mismos quienes alzan su voz para defender el derecho a la vida de delincuentes que -precisamente- acaban con los ciudadanos que les pagan sus cuotas, prebendas, sueldos y lujos sinfín. Es demencial que se considere a estas alturas, la implantación de un sistema de perdón, de juicios expeditos y de cuidados especiales para aquellos agresores que resulten detenidos, cuando hay gente que resultó muerta en la calle, mientras otras tantas víctimas siguen padeciendo en hospitales, donde algunas de ellas deberán soportar la amputación de sus brazos o piernas. Y todo porque tuvieron la osadía de asistir a la conmemoración del Inicio de la lucha de Independencia.

Por otro lado, si pensamos en la actual e ineficaz estrategia del gobierno del presidente Calderón contra las redes delincuenciales, es posible pensar en diversos aspectos que rayan en verdaderas "teorías de la conspiración":

1.-El ataque es una agresión directa entre capos de la mafia que buscan desestabilizar la plaza de Morelia, la cual se encuentra supuestamente bajo la sombra del grupo delictivo conocido como "La Familia".
2.-Puede ser un ajuste de cuentas contra el gobierno perredista de la entidad, encabezado por Leonel Godoy, quien mostró su ineptitud para reaccionar al instante durante un escenario caótico como el anterior.
3.-Fue el propio gobierno federal quien perpetró los hechos, a fin de obtener consenso y provocar la aparición de poderes especiales como el "estado de emergencia".
4.-Es el ajuste entre diversas facciones políticas, las cuales buscan sólo los dividendos políticos que una lucha fraticida como ésta engendraría.
5.-AMLO en su locura por obtener notoriedad y la presidencia "de facto" mandó a algunos simpatizantes a arrojar "regalitos" entre la población, al fin y al cabo, Leonel Godoy nunca fue muy de su agrado. Lo cual, según sus planes originaría una verdadera molestia entre toda la población.
6.-Fue la acción conjunta de un grupo de militares que buscan, en el mediano plazo, un golpe de estado, auspiciado por el cabecilla sudamericano Hugo Chávez.
7.-Fue un ataque de represalia, perpetrado por células de las FARC presentes en suelo azteca.
8.-La agresión fue realizada por grupos radicales de derecha, los cuales buscan a toda costa, mantener su cuota de poder. Aventar artefactos explosivos contra la población va muy de acuerdo con sus credos, algunos de las cuales, enmarcan su desprecio por las clases desprotegidas.
9.-Las explosiones son parte de una estrategia aún mayor de la secta de los Illuminati, pues se han dado cuenta -desde siempre- la importancia radical que representa México en el ánimo de las naciones ¿Por qué no empezar sus acciones de dominación mundial sobre esta nación?
Me pregunto si estos escenarios estarán tan alejados de la realidad o simplemente se perderán como un catálogo de alucinaciones…

Algo sí es claro: el tiempo se le acabó a México.
Ya no existe ese cómodo lugar, ese conocido "cajón de sastre" donde todo iba a parar sin mayores consecuencias. Si la mayoría de nosotros pensamos que todavía hay posibilidades de resarcir los delitos sin sentencia, reclasificándolos como "equívocos", los atropellos sin justicia y que podemos darnos a la tarea de olvidarlo todo con un presupuesto de tres pesos, con la venta de favores, con discursos baratos y sin sentido por parte de funcionarios, jueces y mandatarios, estamos ante un error de proporciones épicas. Si políticos piensan que será suficiente con recetar una aspirina para esta continua enfermedad que padecemos, están omitiendo negligentemente. Además, si obtusamente piensan que podrán seguir mermando a los demás sin que les afecte en lo más mínimo, si sus ambiciones pretenden usar este atroz incidente como capital para su propio beneficio, déjenme indicarles que su consabido sentido de intuición no es tal, en realidad, es un absurdo instinto suicida. Si la gente de clase media cree que todavía estamos a tiempo de exigirles a las autoridades -calladamente, sin gritos, ni sombrerazos y sin incomodar a nadie- un plan de acción, un proyecto, una reacción de oficial, a fin de aumentar la seguridad, la educación y la calidad de vida de los mexicanos y después únicamente acomodarse en una butaca para dejarlo pasar todo, me gustaría decirles que están en un error tan inmenso que no sabría por dónde comenzárselos a explicar. Si los pobres de esta azotada nación creen que surgirá un líder carismático de entre la calles, que alguien vendrá rescatarnos de nosotros mismos, quien brindará no solamente perdón, paz, estabilidad, riqueza, estoicismo, clientelismos absurdos, soluciones mágicas e inmediatas a los problemas graves que nos aquejan como sociedad, no hay, ni habrá remedio suficiente, no existirá violencia idiota que justifique la caída de un pueblo.

México ya no está al borde, sin duda, vamos cayendo…

domingo, septiembre 14, 2008

Mexicanos ¿al grito de guerra?

Las cosas que tiene la vida. Durante muchos años me he preguntado dónde radica la mexicanidad, y lo he hecho sin encontrar una respuesta que satisfaga mi anhelo, mi duda. Sé que puede considerarse un sitio común señalar que mi inquietud se reveló en el momento mismo en que puse mis manos sobre el Laberinto de la Soledad de Octavio Paz, su secuela Vuelta a el Laberinto de la Soledad y Posdata. Sin embargo, su lectura me dejó un hueco imposible de llenar. Siempre creí, me imagino que al igual que mucha gente, que la cuestión cultural dominaba todo el panorama y resultaba sino inútil, sí fútil, cuestionarse dónde radicaba la mexicanidad. Ese sentimiento inculcado durante generaciones en el corazón mismo de la Ciudad de México, en sus calles y plazuelas, delegaciones y monumentos históricos. Culto iniciado para construir una identidad, un motivo consensuado, una meta común. No obstante, y rememorando mis experiencias, nunca sentí que cantar el himno o tener "honores a la bandera" me otorgara una conciencia nacionalista. Algo totalmente contrario a lo que pienso en la actualidad. Claro, supongo que es la edad. Descartar lo obvio y la supuesta imposición de conceptos manejados por generaciones anteriores, se debe posiblemente, a una cuestión de inmadurez.

Por otro lado, es bastante curioso que al día de hoy, exista más de una persona (Juan Villoro en el Reforma y Agustín Basave en el Excélsior) que se haga exactamente la misma pregunta, la cual cité al principio de este post, y cuya contestación va hilvanándose con elementos que sólo conjugan un porqué a medias, desvirtuándolo y de esa manera, calificándolo un poco menos que "iletrado", y que a fuerza de pertenecer, se crea a sí mismo como empírico, a priori. Y tal vez es allí dónde radica la mexicanidad: en lo inmediato, en lo breve, en lo espontáneo; pero asimismo, en lo inexacto, inestable, incoherente e inconstante. Probablemente la mística de este concepto sólo vive en el corazón de lo superficial, de lo extraordinario, en aquello que Paz describió como "una explosión de fuegos de artificio" (Paz Octavio, Laberinto de la Soledad, Fondo de Cultura Económica, México, D.F. , 1992. 18p.). Sensación que vive únicamente durante una noche al año para permanecer dormida 364 días, soslayando comicios presidenciales, fraudes electorales, robos, inflaciones, corrupción, huracanes, derrotas en los Juegos Olímpicos, impunidad, marchas, clientelismos, secuestros, pobreza, delincuencia, líderes sindicales/charros y abusos de autoridad.

Gritar el 15 de septiembre no es hacer patria
Muchos connacionales poseen la firme creencia en que comer elote, gritar ¡Viva México!, apretujarse en el Zócalo con la masa durante las festividades que arrancan gritos y vítores en un país que primordialmente permanece católico-guadalupano, que sufre tristezas, gloria y decepciones de su selección de fútbol, que justifica su agresividad-pasividad por las condiciones y calidad de vida, que mienta madres cuando siente impotencia, que vive una crisis monetaria constante, una decadencia continua de sus instituciones, amén de la pervivencia de una corrupción e impunidad infernal-oficial, natural, cotidiana y permisible; creará un nacionalismo innato. Además que gustan pensar que todo está dado para que ello ocurra de manera natural. Tierra hospitalaria, donde las familias más acudaladas del orbe se despojan de sus tapujos y se "reconocen" como mexicanos, donde la mayoría de los ciudadanos abandonan suelo patrio para buscar nuevos y mejores horizontes en naciones extranjeras, sencillamente porque aquí no hay nada para nadie, a menos que uno esté dispuesto a tomarlo "a fuego y sangre" (obviamente de otros), territorio azteca donde el narco-político-empresario que lo consume todo, se abraza de sus hermanos secuestradores, patria donde la vida -de los demás- "no vale nada", pues el objetivo ulterior no es sumar, sino dividir. Ganar a costa de todo y todos, donde no importa si eres iletrado, estrellita oligofrénica de televisa, si eres torpe, nauseabundo, sobornable, naco porque eres nuevo rico ó plácidamente eres un idiota declarado, pues lo único deseable son los beneficios, la fama y notoriedad barata (aunque sea sólo por dar de qué hablar gracias a noticias de telebasura con tendencias amarillas y/o rojas) que brindan los medios de comunicación.

Me pregunto ¿Qué celebramos? ¿Tenemos que hacerlo? ¿A quién le gritamos los vítores y hurras? ¿De verdad somos una nación? ¿De verdad estamos dispuestos a unirnos sin miedo al que dirán los otros, esos mismos que nos aplastan y nos condicionan, incluidos presidente legítimo y espurio, gabinete, partidos políticos, legisladores, funcionarios y burócratas de baja estofa? ¿De verdad queremos sobrevivir como nación o simplemente nos da igual y lo que queremos realmente es que nos dejen vivir en paz, sin participar, sin molestarnos en incluirnos en la vida de todos los demás, solamente por comodidad?

Para comprendernos como país debemos entender a los otros, comprenderlos, apoyarlos é incluirnos, no simplemente ignorarlos, ni ejerciendo nuestra negligencia y omisión en una torpe imitación de tolerancia y civilidad. Discernir a esos "otros", a todos aquellos que construímos, con la mera existencia, este mosaico cultural, étnico, religioso, político y social. Ser mexicano debería ser un resultado de sumas, multiplicaciones, no una sustracción constante y permisiva.

Triste pero cierto
En mi memoria persistirán dos imágenes. Una en forma de metáfora: Existe un árbol lleno de manzanas, si un grupo de gringos está debajo, seguramente alguno de ellos construirá una escalera, instrumento que algún otro patentará, pero que al final se usará para que todos ellos vacíen el árbol. El resultado final es que nadie se quedará sin manzanas. Si sucede que el árbol está rodeado por japoneses, veremos como se reúnen, organizan, forman una pirámide humana, la cual servirá para que todos ellos bajen los frutos, y nadie se quedará con hambre. Al contrario, si es un grupo de mexicanos, el manzano no tendrá nada que temer, pues la idiosincrasia de este pueblo es tal, que todas las manzanas se pudrirán en la copa del árbol, y aunque llegaran a caer al piso, todos morirán de hambre. Ninguno de ellos permitirá que sea "otro" y no él mismo, el que tome algo que considera como propiedad personal. La otra imagen que tengo se centra en un dicho muy difundido en suelo norteamericano: "¿Quieres acabar con el trabajo y avance de un mexicano? Sólo necesitas ponerlo al lado de otro mexicano ".

Necesitamos repensar y reconsiderar nuestro nacionalismo, es imprescindible reconstruirlo, a pesar del desgaste malicioso al que fue y sigue siendo sometido desde hace décadas. No todo puede ser fiesta y jolgorio, agresión y palurdismo, no podemos flotar por allí sin responsabilidades y obligaciones, y será hasta entonces, cuando asumamos con madurez nuestro entorno, nuestra realidad, que podremos convertirnos en lo estamos llamados a convertirnos: el mejor pueblo del mundo.

Creo que la manera óptima durante este año para demostrar nuestra mexicanidad, será construyendo un frente común, un movimiento civil (y no me refiero a AMLO y su FAP) que tenga entre sus planes, acciones conjuntas contra la impunidad, delincuencia, corrupción y abuso por parte de todos aquellos que transgreden y sangran la vida de todos nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes, esos mismos que luchamos diariamente por mantener viva esta idea que llamamos México.

Y lo siento pero no hay de otra: ¡Viva México cabrones!

martes, septiembre 09, 2008

¿Es importante el 15 de septiembre?

Existen diversas notas informativas que señalan la intención de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para ocupar el Zócalo de la Ciudad de México, el próximo 15 de septiembre, a fin de conmemorar un aniversario más del llamado "Grito de Independencia".

Creo -desde cierto punto de vista- que la invitación a este evento es bastante válida. Todos tenemos el derecho a celebrar "la Independencia de México" como bien nos parezca. La Sociedad Civil puede gozar la conmemoración de un hecho histórico tan importante como la misma Batalla de Puebla, las tres defensas del puerto de Veracruz contra distintas fuerzas extranjeras (en distintas fechas por supuesto), la Revolución Mexicana, y la expropiación petrolera realizada por el general Lázaro Cárdenas, entre otros.

Sin embargo, es el afán casi secesionista el que incide en la molestia de muchos ciudadanos. México, en general —y dejando de lado fraudes electorales, idioteces, delitos, omisiones y negligencia de funcionarios, legisladores, regidores, gobernadores y presidentes tanto legítimos como espurios—, lo que queremos es sumar, ¡Ya basta de “restas” oligofrénicas y divisiones que apuestan únicamente a ganar mayores prebendas, cuando el país se cae a pedazos! ¡Esa es la verdadera molestia y frustración de la mayoría de los votantes que como un servidor anularon su voto en el 2006!

La “porquería” abunda —cualquiera puede olerla— y está apunto de ahogarnos…
Si AMLO quiere y desea hacer su propia celebración está en su derecho, aunque disiento totalmente de su voluntad; respeto su posición al respecto (¿Dónde estarás Rousseau?). No obstante y contra todo fanatismo, sea azul, tricolor o amarillo, no estamos para tales derroches, lo que se necesita es un capital humano capaz de sumar, de multiplicar para hacer frente a la corrupción e impunidad, hay que fijarse en el fondo, no la forma.

Si al final hay "dos gritos" ¿A quién carajos le importa? Lo verdaderamente central sería, por ejemplo, salir a celebrar sin miedo a ser secuestrado, asaltado o asesinado, pues aparecer en televisión, en los periódicos ó desgañitarse en medio de la plancha capitalina, eso es lo de menos.


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miércoles, septiembre 03, 2008

Interrupción del embarazo

Habrá que reconocerse, desde cierta perspectiva, que la nueva ley del aborto en la ciudad capital de la República Mexicana es un asunto que raya en lo óptimo. Obviamente, todo visto en un ángulo que tiene su base en cuestiones que afectan la salud pública. La ahora conocida como "ley de interrupción del embarazo" es un asunto que fue edificado con la "buena intención" de proteger a la mujeres que por una u otra causa tuvieron que optar por dicho camino.

Sí, es un tema que incluye -definitivamente- la capacidad individual de cada fémina sobre su cuerpo, su vida y sus expectativas a futuro. También, podríamos señalar que el abandono de menores, dato apoyado en estadísticas, muestra una caída significativa. Amén de una dramática reducción en los decesos registrados por la ejecución de una "mala operación". Dichas cifras son contundentes. Además que existe un registro fehaciente (quiero suponer) respecto a la negativa de cierta porción de la población femenina, quienes pidieron informes respecto a cómo terminar con un embarazo "no deseado", para concluir con todo el proceso.

Cabe recalcar que gracias a las campañas en pro de esta opción, se logró afirmar el avance de las mujeres en la sociedad mexicana actual, donde a pesar de los rezagos que persisten en muchas otras esferas de la vida cotidiana, este caso en particular, produce un cierto aroma de victoria entre todos los que apoyaron la iniciativa.
Y reafirmo, sí es una cuestión que presenta una problemática de salud pública, sí existen datos sobre el avance en el respeto de los derechos de mujer, sí se hace patente la voluntad y posición de la población femenina en un país eminentemente machista, sí se redujo drásticamente el abandono de infantes en la Ciudad de México, sí disminuyó notablemente el índice de fallecimiento de mujeres sometidas a una operación de legrado. Sí, incuestionablemente es un logro, visto desde todos esos ángulos.

Sin embargo, no deja de ser un problema social, y por lo tanto, no puede perder su tinte moralista, cuya percepción provocó un álgido debate entre los que se oponían dogmática y vehementemente, y quienes exigían álgidamente su aceptación. Y este es el fondo del asunto.
No debemos dejar de observar que su valoración moral impide a todos, clarificar adecuadamente los elementos a favor y en contra de una situación como la que se vive hoy. No podemos tampoco dejar de considerar que a pesar de su satanización, éste es un recurso valioso a considerarse como parte integral de un sistema de protección a "madres involuntarias". Y sí, utilicé deliberadamente el término "madres involuntarias", porque no es posible considerar al ser humano menos de lo que autoridades, políticos, pseudo-intelectuales, engaña bobos utilitarios con título académico-científico y celebridades "almost famous" se han esforzado tanto en hacernos creer.

Únicamente se puede considerar que un bebé humano es similar a una planta o a un perrito, si nunca en la vida se ha tomado en serio esa fresca porción de vida y se ha colocado en la balanza individual, utilizando la "ética", materia tan agredida y menospreciada por los capitalistas pragmáticos utilitarios y ese dejo vanal de formal-moralidad que exhiben cínicamente los medios de comunicación del presente. Ética, información educativa que solían inculcar en las escuelas de todos los niveles en este país. Esas mismas aulas en las que el gobierno invierte una cantidad mínima y risible de dinero, comparándolo con el monto total que se autoasignan macrofuncionarios neoliberales y legisladores leguleyos con criterio microsocial. No obstante, y para reafirmar lo anterior, es pausible recordar que hasta una planta o un animal son sensibles, y que pueden percibir cuando "algo" o "alguien" representa un peligro para su existencia. Resulta absurdo entonces pensar que un "producto" con 12 semanas de gestación ni siente, ni piensa. Claro, siempre ha sido por todos conocido que cualquier ser vivo lucha por su pervivencia, y no es una cuestión fortuita o azarosa, es un hecho contundente totalmente comprobable.

De esta manera es completamente entendible que no se quiera traer al mundo a nadie solamente a sufrir, ¿Para qué hacerlo, si únicamente se conseguirá que ese futuro o posible humano experimente padecimientos, guerras, opresión, coerción, hambrunas, discriminación y en el mejor de los casos, aislamiento? ¿Para qué? Y esa es una visión transparente y general del porqué no traer niños al planeta tierra. No obstante, es una posición ególatra, tendenciosa y que busca desvincularnos de nuestra responsabilidad como supuestos padres de una criatura. Toda esa parafernalia fue ideada y comercializada para anestesiarnos y ayudarnos a deshacernos de la tribulación que significa reconocer que tenemos una "participación principal" en el embarazo de cualquier persona, seamos hombre y/o mujer.

Nuestra obtusa concepción de un problema en el cual nos hemos metido por diversas situaciones, las cuales abarcan desde la poca pericia, preparación, distracción, calentura, lujuria, deseo, omisión, sumisión e intransigencia -que pueden o no desembocar en un embarazo- nos obliga a pensar en una salida fácil, en un paliativo que nos reste culpabilidad y reduzca nuestra obligación moral, nuestra correspondencia en una actividad que eminentemente está reservada sólo para adultos. Y no tendríamos que negar el placer que provoca el sexo, su razón como diversión pura y barata, en la cual sólo es suficiente el acercamiento íntimo entre dos personas o más ¿Por qué entonces restringir su acceso a los jóvenes? ¿Cómo impedir que adolescentes cometan un error del que probablemente se arrepientan por el resto de sus días? ¿Cómo acabar con la negligencia recurrente en las personas adultas? No hay otra forma: solamente a través de la educación. Las relaciones sexuales son un asunto serio, a pesar de la frivolidad con que en ocasiones se les trata. Y tampoco su práctica es un tema que deba considerarse pecado como algunos intentan inculcar entre la gente. Y no deben malentederse las siguientes palabras: verdaderamente su goce debería estar ser reservado únicamente para adultos responsables, aquellos que puedan responder al riesgo que supone el contagio de una enfermedad venérea o ante el probable advenimiento de un bebé.

Hay que dejar de lado los lamentables y excepciones casos a la regla que suponen la violación contra una mujer. La mayoría de las personas que acuden a un centro de salud para resolver "sus dudas" y/o "su problema" lo hacen no porque hayan sufrido una vejación, sino como un método anticonceptivo, y aquí es donde se hace deplorable su uso. Sí estoy de acuerdo que cada quien haga su vida, también que se respete su cuerpo, su autonomía, su voluntad, pero sí aquí incluimos la premisa descartada por quienes no aprueban el aborto, en realidad, se está afectando la existencia y derechos de una tercera persona, la cual ni por asomo pertenece a la anatomía de la mujer, no es ni un hígado, ni un brazo, tampoco es un tumor, ni un apéndice.

Sí, es una ley diseñada para defender los derechos y cuerpo de la mujer, no obstante, ¿Dónde quedan aquellos que debieran proteger a los menores de edad viviendo todavía en el útero de la madre? Sí, esta reglamentación es una excelente herramienta, pero ¿Por qué usarla para dañar a un tercero que, en primera instancia, no debiera ser afectado? ¿No debió mediar antes la conciencia de quienes lo hicieron? ¿No debieron ponerse a pensar antes de actuar bajo los efectos de una calentura? ¿No debieron preveer las consecuencias de sus actos? Por eso, tener relaciones sexuales con otros seres humanos debería ser exclusivo de personas responsables, concientes, pues es un goce, no un juego.

Así, deberíamos dejar en letra muerta esta nueva legislación, pero no de forma imbécil, pretenciosa y dogmática, sino a través de la educación en escuelas y centros de trabajo, dejando que persista adecuadamente esta disposición judicial como red de seguridad, pero provocando su deuso, no por negligencia, sino porque ya no sería necesaria su ejecución.

Y citando a mi madre diré: "Todos aquellos que se proclaman a favor del aborto es porque ya nacieron", no hay nada más simple que eso.



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