Dios es redondo

Un vez más aquel títilo del libro que el escritor mexicano Juan Villoro publicara en el 2006 en cara a la Copa Mundial de Alemania volvió a darme vueltas en la cabeza despué de enterarme del triunfo de la selección de Irak sobre Arabia Saudita por marcador de 1-0 con el cual se coronaron campeones de Asia. Y es que de verdad "Dios es redondo" y por muchas razones. Sólo el futbol puede lograr que un país hundido en la guerra y el odio sectario se detenga aunque sea por un día para unirse y celebrar un triunfo. Sólo el futbol puede lograr que soldados de países rivales se encuentren para jugar un partido de futbol en un ambiente amistoso. He visto futbol durante toda mi vida y no deja de sorprenderme el poder de convocatoria que tiene este deporte alrededor del mundo y todo lo que se puede lograr con tan sólo poner un balón a rodar. Y es que lo que pasó en Irak no es la primera vez que un balón logra algo parecido, pues hace un par de años en Bagdad se celebró un juego entre un combinado de soldados británicos y estadounidenses en contra de un seleccionado de iraquíes el cual era integrado por algunos ex militantes de la guerrilla de la Liberación islámica. tampoco podemos olvidar el gran numero de partidos realizados en favor de causas a beneficio público en varias partes del mundo como aquel que organizara la UNICEF para enviar alimento necesario para niños en África en el que participaron jugadores como Ronaldo y Zinedine Zidane. En fin, este deporte tiene magia y es capaz de lograr cualquier cosa por que ¿quién no ha formado un equipo de futbol con los chavos de la cuadra o de la oficina y ha visto que las relaciones tanto con ellos como con sus familias han mejorado y hasta favorecido a todos de alguna manera?. Yo sé que no faltará quien me diga "sí, pero la guerra no se ha acabado, se sigue muriendo gente", "todavía hay niños en la calle metidos en la droga"... eso es obvio, pero hay que darle su lugar justo a este deporte sin tampoco exigirle que resuelva todos los problemas que tenemos.

Adiós!.