Hace unos días el arbitro (que no juez) en cuestiones de votaciones, escrutinio y todos aquellos asuntos relacionados con campañas proselitistas, el antes laureado, pero hoy atribulado, caótico, poco dispuesto, obtuso y miope "órgano ciudadano", el Instituto Federal Electoral (IFE), con base en una demanda interpuesta por algunos miembros del Partido Acción Nacional (PAN), determinó multar al Partido del Trabajo (PT) y al Partido de la Revolución Democrática (PRD), y por consecuencia a todos los pejeseguidores de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien hasta hace poco ostentó el cargo de "Presidente Legítimo".
Y todo quedaría en una simpática anécdota para el olvido, sino fuera tan patético el afán de algunos borricos burócratas de pie derecho para hacer mofa del árbol caído, cuando hay tantas cosas de verdad importantes en el país, y de las cuales nadie se encarga, mucho menos ellos.
¡Qué importa si un fulano con ínfulas de rey quiere autodenominarse como presidente legítimo! ¡Eso es lo de menos! Lo capitalmente importante es que él no es el primer mandatario de la nación, pues Felipe Calderón lo es de facto ¡Y claro, para lo que sirve eso!
No obstante, mucha gente podría opinar lo contrario y decir que el líder del Frente Amplio Progresista (FAP) fue elegido por el pueblo durante las elecciones de 2006. Sin embargo, no es López Obrador quien puede llegar a decirle a la secretaria Kessel (como sí lo hace con los coordinadores de la bancada de su partido en ambas cámaras legislativas) que no está haciendo bien su chamba. Tampoco puede llegar a Los Pinos y decirle a Margarita que hoy no quiere mole con pollo para comer, que mejor hagan rajas verdes.
Por otro lado, es oligofrénica la posición de esos que pretenden, mediante el juego de la legalidad, hacer valer la personalidad jurídica del presidente con la única motivación de “producirle un bien a los mexicanos”. Sí, están en su derecho, sí es una demanda "legítima", pero ésta no ayuda en nada. Desde su perspectiva, esta acción impulsará la progresiva desaparición del movimiento que encabeza AMLO, pero pierden de vista, en su obtusa comprensión de las cosas, varios puntos:
1.-Sí hubo millones de mexicanos que sufragaron a favor de Pejemanuel, y podemos hablar de un 50% de la población,
2.-Ninguna de las agrupaciones partidistas representó una mayoría durante los comicios, pues cuando mucho, actualmente, sólo representan, cada una, un 15% sobre el total de la población,
3.-Ya no digamos que, efectivamente, en las cámaras del Congreso representan la voluntad del pueblo, aún menos cuentan con la entera aprobación de la comunidad,
4.-Los del PAN ganaron por un estrecho margen, lo cual sumado a sus “maniobras” políticas, les entregó el triunfo,
5.-De acuerdo a “sus últimas encuestas”, el Presidodó cuenta con un amplio respaldo popular, sin embargo,
6.-Nadie con tres dedos de frente confía en un político, eso sin importar de qué color se vista,
7.-Existen infinidad de exigencias por parte del pueblo que siguen sin ser cumplidas, incluida la guerra contra la delincuencia, la petición de varios sectores para llevar a cabo un plebiscito que aborde el tema de la reforma energética, entre otras cosas,
8.-Y finalmente, que la discusión sirva de algo, es decir, que las conclusiones del “diálogo” se utilicen para planear las diferentes estrategias, a fin que se cumpla a cabalidad la voluntad de la gente, y no solamente en esta cuestión, sino en todo lo referente al concepto de: “bien de la nación”,
9.-A leguas se ve la intención de esos “funcionarios” y “politiqueros” de baja estofa, preocupados por cosas como el flujo de capital, sí, pero hacia su bolsillo, y ahí si quieren que todo vaya derechito.
¿Por qué fijarse en cómo lo llaman en televisión ò cómo se refieren a él sus seguidores? ¿Para qué sirve obsesionarse por cosas como esa? ¿Por qué en vez de llamar mediáticamente la atención del público, mejor no se ocupan en darle de comer a los millones de mexicanos que se mueren de hambre y que no votaron por ellos? ¿Y qué pasa con los que carecen de casa, trabajo o educación? ¿Qué pasa con esos millones de mexicanos? Enfrentándolo desde esa perspectiva, sabrán, ciertamente, adónde irá el sufragio de esos votantes a los cuales no oyen, ni ven, ni sienten, sino hasta los próximos comicios.
Observado así, ¿Qué chingados importa cómo se autodenomine un personaje de infausta memoria como Pejemanuel?
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viernes, junio 20, 2008
La disyuntiva de lo "genuino"
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