Me la he pasado escribiendo decenas de Posts para este blog, pero ninguno me llena, ni siquiera el gusto, ni la necesidad de decir las cosas que a leguas se ven turbias ó de plano “jodidas hasta la médula”. Podría encerrarme en una ostra y señalar que los próximos estrenos en cine estarán de lujo (que sí lo estarán). Podría decir que la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado “van viento en popa” y que el gobierno federal ha tomado las medidas necesarias para hacer frente adecuadamente al “verdadero cambio climático” que nos espera; pero no, no hay en mi maleta nada que pueda hacerme creer que saldremos fácilmente de esta. Y no hablo de “los altos costos” a los que se refiere Felipe Calderón cada vez que puede hablar ante los medios de comunicación. En realidad, me refiero a las condiciones que deberemos pagar como “ciudadanos de a pie”. Entre la gasolina y el hambre, no tendremos muchas opciones para elegir en el menú, ¿transporte o comida sobre la mesa? Mmm, no sé, quizás es mejor que bebamos un poco de diesel antes de que suba de precio para mañana, ó ¿Qué tal si mejor nos echamos un taco de cabecita? Está recién cortada. Eso sin hablar de la inexistente cohesión social, esa de la que nos jactábamos ampliamente hace algún tiempo.
La situación trágica-cómica del país ha despertado en mí varios sentimientos encontrados. No sé si vamos o venimos, si regresamos ó si estamos en un momento álgido o pasivo, pero lo que sí es claro es que el gobierno del país sigue apostando por la desinformación, la apatía-negligencia del ciudadano común y por el terrorismo activo-pasivo tanto de la iniciativa privada local como extranjera.
¿Dónde quedó el México de hace 5, 10 ó 20 años? Es obvio, se encuentra enterrado con las mujeres violentadas por la negligencia criminal del estado en alguna fosa común de Ciudad Juárez o del Estado de México. Es triste comprobar que pocas personas luchan diaria, honesta y constantemente por conseguir sacarle a este desértico país, algo más que unas vagas y políticamente correctas declaraciones. Las cosas no pudieran estar peor, pues aparte del cotidiano combate por la sobrevivencia en todos los renglones de la vida; ahora hay que omitir y permitir que zánganos de la burocracia se llenen los bolsillos por hacer lo que hacen todos los días para construir un país mejor: Nada, absolutamente nada.
Sumado a eso, el descrédito en el cual viven tanto políticos como instituciones de todo ámbito, acrecentado como botín partidista, personal y político de individuos que se sienten con “el divino derecho” de ejercer su torpe creencia de que “con una revolución todo mejorará”. Inadmisiblemente extienden su “manto curativo” a toda acción que no ha sido emprendida por ellos, sumiendo en la desconfianza a todo movimiento que no sea de alcurnia izquierdista. No importa si son ciudadanos preocupados por la situación de inseguridad en México ó si son organizaciones civiles nacidas en las clases medias. Si no nació como parte de cosas como el Frente Amplio Progresista (FAP), está mal, está chueco/podrido y “hay que andarse con cuidado”. Así, todos vemos con “ojos suspicaces” cualquier campaña o dicho que no sea transmitida desde las alturas del Olimpo mismo donde nace clara y cristalina la “incorruptibilidad”.
Añadiendo a todo eso, el poco control efectivo, la poca y certera voluntad política que ejerce la presidencia de la República, la cual se engaña a sí misma, recreándose la pupila con imaginerías torpes, eufemísticas, obnubiladas y poco sagaces. No es de extrañarse que los vacíos de poder se llenen fácilmente con charlatanes, vendedores poco eficaces, prostitutas, padrotes, funcionarios cómplices de la delincuencia, hambreados de poder, legisladores de poco criterio, empresarios rapaces, que se revuelcan en la estulticia más acuciante y se vanaglorian de ello.
El país se cae a pedazos y eso verdaderamente me causa terror. Terror porque definitivamente no habrá a donde correr y porque debido a la generalizada y recién parida nueva idiosincrasia de este pueblo, habrá pocas o nulas posibilidades de sobrevivencia. Claro, algunos dirán acertadamente que esta es “una señal de los tiempos”, pero eso para nada que produce esperanza ó siquiera traza el mapa de un futuro cercano ó mediato.
Muchos queremos lo que en este país no se planta hace décadas: certeza, claridad, honestidad, lealtad y verdad. Elementos que le sirvieron a un puñado de patriotas para forjar esta patria, entre quienes se cuenta muy poca gente como el verdadero padre de la patria María Morelos y Pavón, gente como Guillermo Prieto, José Vasconcelos, dejando de fuera al tan gastado Benito Juárez; valores ahora tan desprestigiados y que son más necesarios que nunca. Si no empezamos a confiar los unos en los otros, pocas cosas importarán después, excepto sentarnos a ver caer a México.
Estoy molesto con el país y con su gente, y sí, también estoy molesto conmigo porque soy uno más de millones de mexicanos, demasiado temeroso, ocupado, negligente o indiferente para mover un dedo.