Justamente en este momento, sigo debatiéndome sobre escribir algo más acerca del voto nulo, sus consecuencias, avatares durante las campañas electorales, la oposición que encontró en medios, poderes fácticos, algunos intelectuales, politólogos, líderes de movimientos y personas de pie en general. Durante todo el tiempo que dejé de publicar cosas en este pedazo de bitácora, escuché debatí y dialogué en Twitter para tratar de entender si la opción de anulación del sufragio valía o no la pena.
He de decir que se ocurrió de manera particular la anulación del voto hace un par de años, y nunca, ni en mis más alocados sueños pensé que se llegaría a estos niveles de debate público en México. Este es un asunto que conservé de manera privada y sólo expresé en mi círculo de amigos y conocidos cercanos, a fin de establecer mi posición al respecto.
Después de conversar con todo tipo de tendencias e inquietudes, resolví en mi momento, que esta era una opción viable como parte de un todo y una estrategia a largo plazo para intentar cambiar el rumbo de las cosas en esta república olvidada por la mano de Dios. El Voto Nulo sería una "marcha", una "demostración", una "señal en el camino" -como debiera ser todo marcha o plantón, citando no literalmente al maestro Tomás Mojarro: pues las exhibiciones públicas deben ser eso, sólo un primer paso- e intentar construir a partir de esa acción-demostración, un plan sumado a fuerzas de las más diversa índole, sin parcialidades políticas y demás etcéteras.
Baste decir que en ese instante lo percibí como harto imposible, sino que inviable. Sí, las elecciones del año 2000 y años subsecuentes, nos hicieron notar que los políticos seguían en el mismo tenor que siempre: muy atrás respecto a los deseos, necesidades y juicios de la población en general. Ejemplos sobran, aunque haya militantes y simpatizantes de todas las corrientes que cuestionan y, con toda alevosía y ventaja, tratan de demeritar las acciones y pensamientos de una ancha franja de la ciudadanía. Ejemplos que van desde las sabidas acusaciones contra los hijos del expresidente Fox, el caso Ahumada, René Bejarano, el excelente gobernador del estado de Morelos, la construcción de obras viales en contra de la opinión de vecinos, la edificación de monstruos como la biblioteca José Vasconcelos, en resultado en el enjuiciamiento de crímenes del pasado, etcétera, etcétera.
Hoy me despierto y me doy cuenta que el hartazgo de la gente se manifiesta, sin plena conciencia en muchos casos, y el voto nulo sólo hizo eco de una necesidad apremiante de las personas por cambiar su entorno, empezando por el político. El mexicano, en general, está harto que se le subestime y se le diga que lo que piensa está mal, que hay alguien mejor que él, y que esa persona es un(a) experto(a) y que esa sí sabe lo que el país necesita. Que como ciudadanos somos unos párvulos y que el común de la gente en realidad es ignorante, inculta, floja, indolente y que ni siquiera sabe cómo hacer las cosas, ni cómo expresarlas.
Y ahí es donde radica la contradicción del asunto: Sí sabemos qué queremos, sabemos cómo empezar a obtenerlo, las razones que se esgrimían en el pasado sobre nuestra legendaria desidia, negligencia y apatía, muchas veces se ven rebasadas por la dura realidad. Antes que Voto Nulo, se presentó el movimiento de López Obrador -con el cual no estuve, ni estaré jamás de acuerdo- ahora es un asunto similar, pero a diferencia del anterior, nació enteramente de la ciudadanía -pésele a quien le pese- que harta de los excesos de los políticos de todas las siglas, partidos y colores, busca algo más, un algo que le presente la posibilidad de un cambio real que ninguna de las cúpulas, ni poderes fácticos, nepotistas, e intereses alienados permitirá de forma totalmente gratuita.
Los mexicanos pedestres -como un servidor-a sabiendas de esto, y no deseando, ni queriendo permitir que alguien asuma la cabeza de un movimiento enteramente ciudadano, ni que alguien incite a una revolución violenta y sin sentido -pues ya sabemos de entrada que pasó con los beneficios de la Revolución Mexicana del siglo XX- asumimos nuestro compromiso con nosotros mismos, con las instituciones que nos legaron algunos ciudadanos comprometidos que estuvieron antes que nosotros y que soñaban con construir un país mejor. Asumimos nuestro compromiso con el vecino, con el aigo, con el compañero de trabajo, con el usuario del metro que está frente a nosotros, sin importar si mañana 5 de julio votará por el PT, por el PRI, por el PAN o cualquier otra institución partidista.
Nosotros como participantes del Voto Nulo buscamos que esta sea una expresión pacífica, legal, permitida, que no dañe los derechos de terceros, porque nosotros también SOMOS esos terceros, con la paz social, y que se haga con inteligencia, dejando de lado dogmatismos imbéciles, enseñados y aprendidos por incontables huestes de militantes e incondicionales. Queremos un México mejor, más amplio, con posibilidades de desarrollo, con miras a futuro, dejando atrás un pasado que ya no puede ser cuestionado, sino fijando nuestras metas en nuestros hijos, nuestras parejas, nuestras vidas. Queremos que se deje constancia que estamos preocupados por el porvenir en manos de incapaces, irresolutos, delincuentes, criminales de cuello blanco, políticos corruptos, empresarios interesados en su propio bienestar y medios de comunicación que sólo buscan someter a cuanto individuo, asociación civil o agrupación de cualquier índole se les presente en el camino.
E Voto Nulo es el primer paso en una larga cadena de acciones y decisiones que deberán ser tomadas, si queremos lograr un verdadero cambio. La verdadera victoria del Voto Nulo no se verá en las estadísticas mostradas por el Instituto Federal Electoral -¿cómo tenerle confianza a una institución secuestrada por los poderes reales en México?- ni por las encuestas de María de las Heras y demás empresarios dedicados a "recoger" de la población este tipo de información. Ni siquiera por diarios de circulación nacional y local, de los cuales algunos y se sabe de antemano, comulgan con intereses "particulares".
No, no hay que confundirse, la verdadera victoria de la Anulación del Voto lo representa la suma de millones de miradas, de personas con distintos intereses y percepciones, quienes en muchos casos no están de acuerdo en tópicos y temas, pero que de una cosa sí están conscientes: Queremos un cambio y los políticos actuales, no quieren, no están dispuestos y no sirven para eso, pues los ciudadanos los "rebasamos", tanto por la "derecha", "izquierda" y "el centro" hace MUCHO tiempo.
Este cinco de julio de 2009 se cumple el plazo para acudir a las urnas y votar por la opción -que percibamos- que mejor nos representa. No importa si vas a ir a apoyar al presidente Calderón en su lucha contra el narco, si utilizarás tu voto para continuar la lucha de Andrés Manuel López Obrador -presidente legítimo para algunos- y su motivación -cualesquiera que ésta sea- para buscar una nueva forma de hacer república. Tampoco importa si como Silva Herzog señalas que es maniquea y superflua la forma de reducir a todos los políticos de esta nación y culparlos de muchos de los males que aquejan a México, y terminas votando por "el renovado" PRI. O si sufragarás por "Juanito" y el PT en Iztapalapa. Lo verdaderamente y diametralmente importante es que entiendas dos cosas: 1.-Que debes salir y votar, no importando si tu boleta contendrá un voto útil, voto duro, voto de castigo, o voto nulo. Sal y ejerce tu derecho y obligación como ciudadano de este país. 2.-El Voto Nulo no es una meta en sí mismo, y no fue ideado para la destrucción de México y sus instituciones, al contrario. Y tampoco es un Voto Blanco como los medios de comunicación se han hartado en anunciar.
Sal, sufraga eso es lo importante, y recuerda el Voto Nulo sólo es el primer paso.