lunes, marzo 23, 2009

Comiendo porquerías

Increíble que en este país de la ignominia, donde es claro (y lo dije hace mucho tiempo: debería haberse declarado el "estado de excepción" por el incremento de la violencia, pero debido a una determinación u otra, las autoridades de esta nación decidieron dejar de lado una afirmación semejante, y se lanzaron de lleno a la "guerra contra el narcotráfico"), que el desarrollo nos pasa de largo. 

Combate, lucha ó pelea que no ha dejado muchos resultados positivos en la balanza del estado mexicano. Máxime que el otro estado, "el de derecho" ó no existe ó se aplica discresión. Situación que permite y alienta la impunidad y parcialidad de la justicia. Y uno, como ciudadano desprotegido y "casi desnudo", debe plegarse a cada una de las situaciones cotidianas, "capoteando el temporal".

La decepción y frustración se esparcen pordoquier, eso sin hablar de las condiciones aberrantes bajo las cuales las personas comunes y corrientes deben vivir y redundar, pues es bastante habitual recordar que "por cada paso hacia adelante, siempre se dan dos para atrás". No sé si sea por clientelismos, compadrazgos, intereses ajenos al bien colectivo, y demás etcéteras; pero es materia cotidiana enterarse que cuando los empresarios, políticos, legisladores y autoridades mexicanas han determinado una "acción innovadora" para el "desarrollo de México", el sentido común, las ganancias y dividendos ya no se encuentran más ahí, sino que se hallan en una vía alterna que viaja en sentido contrario, es decir, el orbe completo ya va en una dirección completamente distinta.

martes, marzo 17, 2009

Cuenta regresiva

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, ciertos mexicanos preocupados por la situación de "la fuerza" en el universo conocido, además del despilfarro de los recursos naturales en suelo mexicano, quisieron alentar a la población a cuidar un poco más del agua. Pocos fueron, sin embargo, los frutos de tales intenciones. Campañas añejas que en diversos casos tenían un eslogan ingenioso/pegajoso como "Ciérrale Amanda, ciérrale", registraron leve impacto en la voluntad y psique colectiva de esos años.

Aquí es donde viene la acartonada y nada inusual cortinilla de índole cinematográfica que hace una elipsis de tiempo en el nivel de años.

Durante un breve instante de tiempo, hace un par de lustros, tuve un momento de inspiración/epifanía, el cual a petición expresa de una persona muy cercana, decidí no externar para que no se hiciese demasiado popular, y que debido a la impopularidad del presente bloguero y servidor, no llegara a concretarse nunca.

Pues bien, dejando a un lado el miedo al descrédito que me agobia y siendo un poco más sensato, pues apuesto a que debe haber más de un seguro emprendedor allá fuera, lejos de los límites virtuales de esta álgida y pobre bitácora (digo en algún momento uno de los tres lectores de este weblog podría hacer "El comentario perfecto" al respecto en el momento oportuno y con la persona adecuada), pensé en ese "lapsus mentalis" que sería una buena idea crear un sistema hidráulico capaz de recolectar toda el agua de lluvia de las entidades federativas de este país que no suelen sufrir inundaciones (incluido el DF de esa época) únicamente, sino verdaderos daños a tierras, propiedades, cultivos, vidas humanas y ciclos reproductivos. Obviamente, el llamado "insight" me llegó después de ver por "enésima" vez la adaptación cinematográfica de la novela Dunas ¿Recuerdan esos trajes negros de los Fremen? ¿No eran acaso súper cool? A parte de prácticos, ingeniosos y altamente tecnológicos, ¿No se veían como una indumentaria tipo tribu Tuareg?

Pero en fin, no me desviaré más. En la película salen unos enormes depósitos de agua bajo tierra, los cuales sirven de abasto, refugio y vivienda a los habitantes del planeta Dunas. Cuando el protagonistas de la película le pregunta a uno de los susodichos "aborígenes" sobre el método para la creación de tales depósitos, él responde que se debe a la recolección de agua de lluvia. Y me dije -Mira, así debería ser en este país. En algún momento deberíamos retomar esa idea, renovarla, adaptarla y mejorarla. En eso sí debería de gastar el país y no en sobornos a líderes del ambulantaje.

Pero que va, los gobernantes de esta infame república jamás llegarán a tales objetivos, no sí solamente su vida está de por medio. Así que pensé en el patrocinio del alguna marca, empresa, gobierno u organización que pudiera hacerse con los cargos (y al final los beneficios monetarios) de una obra de esa envergadura, pero promoviendo el ahorro, planeación, abastecimiento y calidad de vida de las personas, ello sin importar su localización geográfica en el territorio mexicano.

Un verdadero sistema hidráulico nacional capaz de enfrentar la probable carestía de agua (lo que hacemos actualmente). Me hubiera gustado, por ejemplo, hablar con alemanes ó japoneses, o bien, una mezcla de ambos, y conseguir un patrocinio para colaborar entre individuos de las tres naciones y crear algo nuevo, superior y totalmente sin afán de lucro excesivo, claro y me refiero a su situación de proyecto piloto.

Y sin demeritar a nadie, diré que lo único que llega al cerebelo de nuestras autoridades es el recorte paulatino, constante, cíclico-mensual en la distribución del vital líquido en distintas delegaciones de la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México. Eso no sólo me deja sorprendido, obnubilado, me deja pensando en el nivel de planeación y estrategia del gobierno federal, de verdad nadie esperaría menos....

Y bueno ¿Por qué el título de este post? Porque no faltará mucho para que alguien lo proponga ó usted querido y amable lector lo escuche en algún otro lado.

martes, marzo 10, 2009

¿Por dónde empezar?

Me la he pasado escribiendo decenas de Posts para este blog, pero ninguno me llena, ni siquiera el gusto, ni la necesidad de decir las cosas que a leguas se ven turbias ó de plano “jodidas hasta la médula”. Podría encerrarme en una ostra y señalar que los próximos estrenos en cine estarán de lujo (que sí lo estarán). Podría decir que la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado “van viento en popa” y que el gobierno federal ha tomado las medidas necesarias para hacer frente adecuadamente al “verdadero cambio climático” que nos espera; pero no, no hay en mi maleta nada que pueda hacerme creer que saldremos fácilmente de esta. Y no hablo de “los altos costos” a los que se refiere Felipe Calderón cada vez que puede hablar ante los medios de comunicación. En realidad, me refiero a las condiciones que deberemos pagar como “ciudadanos de a pie”. Entre la gasolina y el hambre, no tendremos muchas opciones para elegir en el menú, ¿transporte o comida sobre la mesa? Mmm, no sé, quizás es mejor que bebamos un poco de diesel antes de que suba de precio para mañana, ó ¿Qué tal si mejor nos echamos un taco de cabecita? Está recién cortada. Eso sin hablar de la  inexistente cohesión social, esa de la que nos jactábamos ampliamente hace algún tiempo.

La situación trágica-cómica del país ha despertado en mí varios sentimientos encontrados. No sé si vamos o venimos, si regresamos ó si estamos en un momento álgido o pasivo, pero lo que sí es claro es que el gobierno del país sigue apostando por la desinformación, la apatía-negligencia del ciudadano común y por el terrorismo activo-pasivo tanto de la iniciativa privada local como extranjera.

¿Dónde quedó el México de hace 5, 10 ó 20 años? Es obvio, se encuentra enterrado con las mujeres violentadas por la negligencia criminal del estado en alguna fosa común de Ciudad Juárez o del Estado de México. Es triste comprobar que pocas personas luchan diaria, honesta y constantemente por conseguir sacarle a este desértico país, algo más que unas vagas y políticamente correctas declaraciones. Las cosas no pudieran estar peor, pues aparte del cotidiano combate por la sobrevivencia en todos los renglones de la vida; ahora hay que omitir y permitir que zánganos de la burocracia se llenen los bolsillos por hacer lo que hacen todos los días para construir un país mejor: Nada, absolutamente nada.

Sumado a eso, el descrédito en el cual viven tanto políticos como instituciones de todo ámbito, acrecentado como botín partidista, personal y político de individuos que se sienten con “el divino derecho” de ejercer su torpe creencia de que “con una revolución todo mejorará”. Inadmisiblemente extienden su “manto curativo” a toda acción que no ha sido emprendida por ellos, sumiendo en la desconfianza a todo movimiento que no sea de alcurnia izquierdista. No importa si son ciudadanos preocupados por la situación de inseguridad en México ó si son organizaciones civiles nacidas en las clases medias. Si no nació como parte de cosas como el Frente Amplio Progresista (FAP), está mal, está chueco/podrido y “hay que andarse con cuidado”. Así, todos vemos con “ojos suspicaces” cualquier campaña o dicho que no sea transmitida desde las alturas del Olimpo mismo donde nace clara y cristalina la “incorruptibilidad”.

Añadiendo a todo eso, el poco control efectivo, la poca y certera voluntad política que ejerce la presidencia de la República, la cual se engaña a sí misma, recreándose la pupila con imaginerías torpes, eufemísticas, obnubiladas y poco sagaces. No es de extrañarse que los vacíos de poder se llenen fácilmente con charlatanes, vendedores poco eficaces, prostitutas, padrotes, funcionarios cómplices de la delincuencia, hambreados de poder, legisladores de poco criterio, empresarios rapaces, que se revuelcan en la estulticia más acuciante y se vanaglorian de ello.

El país se cae a pedazos y eso verdaderamente me causa terror. Terror porque definitivamente no habrá a donde correr y porque debido a la generalizada y recién parida nueva idiosincrasia de este pueblo, habrá pocas o nulas posibilidades de sobrevivencia. Claro, algunos dirán acertadamente que esta es “una señal de los tiempos”, pero eso para nada que produce esperanza ó siquiera traza el mapa de un futuro cercano ó mediato.

Muchos queremos lo que en este país no se planta hace décadas: certeza, claridad, honestidad, lealtad y verdad. Elementos que le sirvieron a un puñado de patriotas para forjar esta patria, entre quienes se cuenta muy poca gente como el verdadero padre de la patria María Morelos y Pavón, gente como Guillermo Prieto, José Vasconcelos, dejando de fuera al tan gastado Benito Juárez; valores ahora tan desprestigiados y que son más necesarios que nunca. Si no empezamos a confiar los unos en los otros, pocas cosas importarán después, excepto sentarnos a ver caer a México.

Estoy molesto con el país y con su gente, y sí, también estoy molesto conmigo porque soy uno más de millones de mexicanos, demasiado temeroso, ocupado, negligente o indiferente para mover un dedo.