jueves, mayo 05, 2005

La falta de claridad política

Es claro que la voluntad de hacer las cosas no es suficiente. Tampoco la necedad de imponer transiciones y llorar por la pérdida de la aprobación popular. La decisión de abandonar los cargos contra el improcedente jefe de gobierno del Distrito Federal (DF), Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es algo totalmente absurdo. Podría decirse que nuestro actual presidente, Vicente Fox, carece de muchas cosas entre ellas las gónadas suficientes para continuar con las acciones que un día determinó. Es algo risible que ahora se eche para atrás. NO es porque AMLO cuente o no con mi simpatía, no es porque la gente haya preferido la "abierta concertasesión" para perdonar a un transgresor de la ley. Simplemente es porque seguramente AMLO cree que tiene que ampliar sus perspectivas, a fin de asegurar sus aspiraciones presidenciales. En más de una ocasión, le he escuchado decir que es necesario imponer la voluntad de un líder sobre sus seguidores, situación que se presenta si el movimiento social que dirige abarca un número importante de personas. También lo he visto declarar ante medios de comunicación que él no es autoritario, ¿No? Para muestra un botón: pregúntenle a los miles de trabajadores que exprime para financiar su precampaña y próximamente campaña presidencial. Eso no cambia para nada lo que otros hicieron antes que él. Lo realmente molesto, es que se eriga como alguien que no es. Es decir, como alguien interesado en las causas sociales, las necesidades básicas de la gente. Lo triste y desesperante es que en caso de resultar electo tendrá la mano libre para transgredir la ley a su antojo, digo, si ahora lo hizo con la anuencia de sus simpatizantes asquerosamente apodados por los medios como "Los López", es presumible que después, al frente de la nación, se instale cómodamente en árbitro, juez y parte de sus eventuales violaciones a ley. Se prevé un escenario funesto en caso de que éste, el peor de los escenarios posibles se cumpla. AMLO como un mandatario intransigente, autoritario, que posiblemente hunda al país en una dura crisis de todo tipo, desde política hasta económica. La salida en masa de personas de la clase media que aún sobreviven en nuestro país, pues en más de una ocasión ha mostrado su desprecio por este tipo de individuos, ejemplo claro: "la marcha contra la delincuencia", celebrada en la Ciudad de México y a la cual él descalificó, acusándola de pertenecer al "maldito compló" del que tanto echa mano. Eso obviamente, después de la huida de empresarios de todo el espectro industrial. Pero bueno al pueblo, Cristo, Pan y Circo. Es sabido su acercamiento a la cúpula eclesiástica de México, la cual nada tiene que ver con los católicos. En caso de perder los comicios en la urnas dirá que todo fue una porquería y que le arrebataron la victoria de la manera más sucia posible. Estoy harto. Si ese tipejo se avoca a ese tipo de argucias, no sólo demostrará, una vez más, su desprecio por las instituciones a las cuales un día elogia y al otro descalifica, sino al pueblo mexicano al cual él dice respetar.
Obviamente, no se puede esperar nada de los otros partidos, pues no hay ninguna diferencia entre AMLO y Roberto Madrazo, por ejemplo. Ni siquiera hay distinciones con el inepto de Creel. Diría alguien que conozco: Creel es "iniputable".
Estoy harto de la política en México, nadie respeta a la gente común y corriente, todos pasan por encima de la población, a nadie le importa un comino, todos se quejan como Marías y corren como pitufos (¿Alguien ha visto como los suspiritus azules corren cuando Gargamel llega a la Aldea Pitufa?); pero nadie hace un maldito carajo, todos se retuercen como lombrices y cuando hay que encarar las cosas, se echan a correr despavoridos debajo de las enaguas de su mami.



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