Recientemente, me preguntaba sobre la supuesta "canallada" en el caso de Andrés Manuel López Obrador. Todos los que rodean al jefe de gobierno del DF hablaban sobre este “atropello” del ejecutivo federal. La razón que los colaboradores y simpatizantes de AMLO esgrimían era que el único delito de su candidato era encabezar las encuestas de opinión sobre los futuros presidenciables en la carrera de 2006. También, acusaban a presidencia de urdir un “compló” en contra de Andrés Manuel para bloquear sus intentos para asumir el máximo cargo del país. La diarrea verbal y mental de algunos seguía la lógica: “Si el PRI hizo cosas peores ¿Por qué AMLO debe ser procesado por un delito menor? Si lo políticos de antaño nunca recibieron castigo por sus delitos ¿Por qué AMLO debe enfrentar a la justicia sólo por abrir un camino a un hospital privado? Sus asesores llegaron a justificar jurídicamente a su líder, arguyendo que el crimen que el gobernante del DF no estaba tipificado. Individuos como el exmandatario estatal de Zacatecas -y al igual que el “Pejesapo” antiguo integrante del PRI-, Ricardo Monreal, quien supuestamente tiene un doctorado en la carrera de derecho. Digo “supuestamente” porque las razones que presentó Monreal para defender a “su cliente” fueron burdas, por no decir imprecisas. Dijo: “No hay sanción para este supuesto agravio, por lo tanto no hay delito”. Si pretendió aplicar la forma de silogismos, a fin de ganar de manera lógica, también tuvo deficiencias en su forma de construir mentalmente la defensa de su “líder”. Si trató por otro lado de presentar un caso legal de forma sustentable también falló, pues existe la posibilidad de ajustar jurisprudencias a cualquier caso. Si obró de “mala fe” para enredar a sus adversarios (cosa de la que él se ha vanagloriado en más de una ocasión) su intento puede calificarse como “risible”. La manera de hacer política por parte de nuestros funcionarios –en general y de todas las afiliaciones partidistas- es estúpida y vana. Estúpida porque intentan “tapar el sol con un dedo” sin entender que esa forma de actuar es la que ha puesto al país –ojalá mínimo lo vieran, pero eso es casi imposible- en las pobres y desesperadas condiciones en las que se encuentra ahora. Vana, porque “piensan” que los recursos de todos nosotros son suyos y únicamente sirven para sus fines personales. Como recursos, entiéndase desde la tapa de un refresco –pagada con los impuestos desde el momento de adquirir una bebida en la tienda de la esquina- pasando por el uso de calles y avenidas, hasta el pago de una multa de tránsito. Ahora bien, se le lavó el cerebro a la gente para que concibiera el proceso de desafuero como una acción ilegal y tendenciosa, la cual iba en contra del derecho ciudadano de elegir libremente a sus gobernantes. También, se convenció a las personas que el desafuero era igual a la inmediata detención del “Mártir de Macuspana”, cuando ese concepto sólo era verdadero en la cabeza del “Peje”, Alejandro Encinas, el inepto de Bernardo Bátiz y del porro Martí Batres. AMLO ya había visto la ventaja que sacaría al verse fotografiado tras las rejas, mientras trataba de insertar en el colectivo su imagen de víctima, comparable –según él- con figuras mundiales como Nelson Mandela y Martin Luther King. Sin embargo, dos panistas le salieron al paso y le evitaron ese gusto al pagar su fianza, la cual ascendía a la estratosférica cantidad de 2,000 pesos. Al principio no supo bien que hacer, sólo se vio su enorme disgusto cuando se enteró de “la buena voluntad” de sus adversarios. Profirió acusaciones y calificó a los opositores como “traidores” y demás etcéteras. (Columnistas de medios como el Financial Times, el New York Times y el Washington Post -ediciones de las que se colgó Andrés Manuel para hacer su defensa política a nivel internacional- cuestionaron sus intenciones. Uno de esos escritores señaló: “Si a Nelson Mandela le hubieran dado al oportunidad de pagar alrededor de 180 dólares para evitar la cárcel, éste lo hubiera hecho sin dudarlo”). La acción de pagar la fianza sólo sirvió para que AMLO polarizara aún más, si era posible, la opinión del pueblo –claro, después se disculpó por “casi” hacer que México se acercara peligrosamente al borde de la anarquía (¡Qué increíble conciencia social!)-. Sí, gracias a estos actos proselitistas AMLO consiguió hacer sentir la fuerza de sus seguidores –más no la propia, pues como puede verse hasta eso, que podría calificarse como “su fuerza”, es prestada-. La pregunta concreta al final, sería ¿Canallada? ¿Contra quién? ¿Contra la tranquilidad y paz social en México? ¿Contra la dignidad del pueblo mexicano en su conjunto? ¿O contra las aspiraciones presidenciales de AMLO?
Desafuero
México
Ciudad de México
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