Patrimonio en vías de privatización
La normatividad establecerá quiénes podrán explorar, investigar, usar, patentar derivaciones y aplicar comercialmente recursos genéticos, tales como plantas y animales silvestres, microorganismos, hongos e insectos, entre otros. Ante la avalancha de conocimientos biotecnológicos dirigidos a crear súper semillas, a fin de incrementar el volumen de las cosechas, los agricultores mexicanos se enfrentan a una disyuntiva irónica y cruel: leyes de propiedad intelectual o patentes y tecnologías de punta, como la ingeniería genética, no sólo los marginan del desarrollo tecnológico sino también les impiden continuar la agricultura que por generaciones han venido desarrollando con sus propias semillas.
Hace muchos años...
me enteré de la precaria situación que viven miles de comunidades y su conocimiento tradicional. Transnacionales interesadas en aprender este tipo de saber quisieron en un principio aliarse con curanderos y demás personas poseedoras de esta información, a fin de aplicarlas e incluirlas a su propia cadena de producción y así beneficiar a la humanidad, o bueno, eso es lo que decían dichas empresas sobre el motivo de su interés por adquirir patentes de propiedad sobre la medicina tradicional mexicana prehispánica. Medicina a la cual los profesionales alópatas tanto desprecian, señalandola casi como un conocimiento primitivo y cuasi deforme que sólo sirve para alentar la fe y la superchería de los pueblos menos desarrollados.
¿Pero qué sorpresa no? Saber que el único medicamento que servía para aliviar los dolores del Síndrome Premenstrual (SPM) fue retirado del mercado estadounidense y en cuyo contenido de elementos incluía el extraído de una planta de origen mexicano y más específicamente de la Selva Lacandona en Chiapas.
Esta situación se agravó después que comunidades indígenas de México se quejaron por la falta de probidad y compromiso de la empresa transnacional con la cual pactaron este convenio de "mutuo beneficio". A partir de entonces las comunidades más allegadas a este tipo de conocimiento cerraron sus puertas a las compañías interesadas en literalmente "saquear" el saber milenario de ésta: "La región más transparente".
¿Por qué continuaron entonces con esa obsesión por tratar de hacerse de este conocimiento a costa de todo?
Obvio, las plantas están ahí, en el campo y cualquiera que lo desee puede llegar y cogerlas, el problema es ¿Cuáles? ¿Y por qué? ¿Qué es lo que curan?
Tristemente para eso tenemos a nuestros hábiles políticos y vende patrias de tres pesos, para que ese conocimiento pase sin ningún tipo de restricción y costo a manos de las transnacionales, las cuales sólo permitirán el acceso de la gente común y corriente a este tipo de remedios mediante una cuota, aduciendo -como he escuchado recientemente en otras partes- que su medicamento es un esfuerzo particular de cada compañía y por el cual han trabajdo arduamente, -uff, hasta el cansancio- por lo tanto, su trabajo debe ser remunerado justamente y el precio de sus medicinas es el adecuado en el mercado, bla,bla,bla y todo tipo de sandeces por el estilo.
Sí, el conocimiento es común y debe beneficiarnos a todos, no sólo a la hidra que engulle todo -hasta su propio estómago, si eso deja beneficios- y consolidado en los más diversos monopolios que plagan la faz del planeta.
Además, el desgaste al cual quieren someter las tierras donde se encuentran los recursos naturales antes mencionados, es conocido por todos, pues a este tipo de consorcios comerciales no les importa nada más que la ganancia económica obtenida a partir de cualquier tipo de acción. Éste -deberán perdonarme- es un sofisma mal expresado, pero que contiene un hilo de verdad. El poder desbocado, ejercido desde cualquier posición, en este caso de una empresa "X" con presencia internacional en los mercados sólo genera más pobreza, pues lo único que le interesa es la consecución de nuevos productos para un nuevo tipo de cliente o una nueva o vieja necesidad -en este caso el alivio a una enfermedad determinada-.
Para rematar...
Ahora cualquiera puede llenar unos simples trámites y papeles -pura tramitología- y ejecer la patente sobre el conocimiento de un tercero, a pesar que éste no se encuentre de acuerdo con la "transacción comercial" efectuada, pero a los ojos de todos nosotros, seguirá siendo un robo -por dónde se le vea- y sin importar las leyes del mercado y los beneficios netos.
Lo más importante ante todo es la vida.
¿Cómo permitir que pueblos enteros, comunidades completas, sobrevivan con la implantanción legal de venta sobre sus bienes intelectuales adquiridos a lo largo de miles de años? ¿Cómo habría de sobrevivir el conocimiento milenario comunitario y social que representa la medicina tradicional en México?
Nadie lo sabe a ciencia cierta. No, corrijo, seguramente los políticos de este país sí lo saben -aunque nadie más por cierto- por eso habría que irles a preguntar sobre este asunto, y al cual probablemente contestarán: "Estamos estudiando la propuesta"
Eso es igual a decir: "Claro que vamos a legislar a favor de esta supuesta ley. Lo demás que se vaya el caño. A mí lo que me importa en realidad son mis tres pesos por vender la nación"
México, Ciudad de México, Mekishiko-NoNeko, Pollution, Environment, Climate Change, Global Warming, ambiente, Ecologia, Contaminación, Medio Ambiente, Politica, Corrupcion
Tags Blogalaxia: México, Ciudad de México
La normatividad establecerá quiénes podrán explorar, investigar, usar, patentar derivaciones y aplicar comercialmente recursos genéticos, tales como plantas y animales silvestres, microorganismos, hongos e insectos, entre otros. Ante la avalancha de conocimientos biotecnológicos dirigidos a crear súper semillas, a fin de incrementar el volumen de las cosechas, los agricultores mexicanos se enfrentan a una disyuntiva irónica y cruel: leyes de propiedad intelectual o patentes y tecnologías de punta, como la ingeniería genética, no sólo los marginan del desarrollo tecnológico sino también les impiden continuar la agricultura que por generaciones han venido desarrollando con sus propias semillas.
Hace muchos años...
me enteré de la precaria situación que viven miles de comunidades y su conocimiento tradicional. Transnacionales interesadas en aprender este tipo de saber quisieron en un principio aliarse con curanderos y demás personas poseedoras de esta información, a fin de aplicarlas e incluirlas a su propia cadena de producción y así beneficiar a la humanidad, o bueno, eso es lo que decían dichas empresas sobre el motivo de su interés por adquirir patentes de propiedad sobre la medicina tradicional mexicana prehispánica. Medicina a la cual los profesionales alópatas tanto desprecian, señalandola casi como un conocimiento primitivo y cuasi deforme que sólo sirve para alentar la fe y la superchería de los pueblos menos desarrollados.
¿Pero qué sorpresa no? Saber que el único medicamento que servía para aliviar los dolores del Síndrome Premenstrual (SPM) fue retirado del mercado estadounidense y en cuyo contenido de elementos incluía el extraído de una planta de origen mexicano y más específicamente de la Selva Lacandona en Chiapas.
Esta situación se agravó después que comunidades indígenas de México se quejaron por la falta de probidad y compromiso de la empresa transnacional con la cual pactaron este convenio de "mutuo beneficio". A partir de entonces las comunidades más allegadas a este tipo de conocimiento cerraron sus puertas a las compañías interesadas en literalmente "saquear" el saber milenario de ésta: "La región más transparente".
¿Por qué continuaron entonces con esa obsesión por tratar de hacerse de este conocimiento a costa de todo?
Obvio, las plantas están ahí, en el campo y cualquiera que lo desee puede llegar y cogerlas, el problema es ¿Cuáles? ¿Y por qué? ¿Qué es lo que curan?
Tristemente para eso tenemos a nuestros hábiles políticos y vende patrias de tres pesos, para que ese conocimiento pase sin ningún tipo de restricción y costo a manos de las transnacionales, las cuales sólo permitirán el acceso de la gente común y corriente a este tipo de remedios mediante una cuota, aduciendo -como he escuchado recientemente en otras partes- que su medicamento es un esfuerzo particular de cada compañía y por el cual han trabajdo arduamente, -uff, hasta el cansancio- por lo tanto, su trabajo debe ser remunerado justamente y el precio de sus medicinas es el adecuado en el mercado, bla,bla,bla y todo tipo de sandeces por el estilo.
Sí, el conocimiento es común y debe beneficiarnos a todos, no sólo a la hidra que engulle todo -hasta su propio estómago, si eso deja beneficios- y consolidado en los más diversos monopolios que plagan la faz del planeta.
Además, el desgaste al cual quieren someter las tierras donde se encuentran los recursos naturales antes mencionados, es conocido por todos, pues a este tipo de consorcios comerciales no les importa nada más que la ganancia económica obtenida a partir de cualquier tipo de acción. Éste -deberán perdonarme- es un sofisma mal expresado, pero que contiene un hilo de verdad. El poder desbocado, ejercido desde cualquier posición, en este caso de una empresa "X" con presencia internacional en los mercados sólo genera más pobreza, pues lo único que le interesa es la consecución de nuevos productos para un nuevo tipo de cliente o una nueva o vieja necesidad -en este caso el alivio a una enfermedad determinada-.
Para rematar...
Ahora cualquiera puede llenar unos simples trámites y papeles -pura tramitología- y ejecer la patente sobre el conocimiento de un tercero, a pesar que éste no se encuentre de acuerdo con la "transacción comercial" efectuada, pero a los ojos de todos nosotros, seguirá siendo un robo -por dónde se le vea- y sin importar las leyes del mercado y los beneficios netos.
Lo más importante ante todo es la vida.
¿Cómo permitir que pueblos enteros, comunidades completas, sobrevivan con la implantanción legal de venta sobre sus bienes intelectuales adquiridos a lo largo de miles de años? ¿Cómo habría de sobrevivir el conocimiento milenario comunitario y social que representa la medicina tradicional en México?
Nadie lo sabe a ciencia cierta. No, corrijo, seguramente los políticos de este país sí lo saben -aunque nadie más por cierto- por eso habría que irles a preguntar sobre este asunto, y al cual probablemente contestarán: "Estamos estudiando la propuesta"
Eso es igual a decir: "Claro que vamos a legislar a favor de esta supuesta ley. Lo demás que se vaya el caño. A mí lo que me importa en realidad son mis tres pesos por vender la nación"
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