miércoles, diciembre 26, 2007

Hablamos de: Un infierno

He explicado aquí con anterioridad las serias repercusiones que tendrán sobre la vida de todos nosotros, los ciudadanos de este maltrecho país, las determinaciones recientes de los "altos" funcionarios del gobierno mexicano, incluidos los "h. magistrados" de la Suprema Corte de Justicia (SCJN). Y no me refiero únicamente a las fallas de este tres veces h. cuerpo judicial, sino al atropello imbécil e inusitado que nuestros queridos e inolvidables diputados asestaron a manera de mazazo brutal contra los derechos humanos de cualquiera que "pueda" habitar en territorio nacional.

No sólo cualquier hijo de vecina "vestidito de azul" portando una placa y una "pistola", podrá entrar en el hogar de cualquiera de nosotros como "Juan por su casa", sin una orden judicial y con un "perdone usted" en los labios aún antes de cometer un atropello injustificado.
¡No queridos amigos y amables tres lectores de esta bitácora! ¡No!
Y parafraseando a ese "insigne" personaje de la antigua Tv de espectáculos en México (Y no, no era Paco Malgesto) diré: ¡Aún hay más!

La SCJN no solamente carecen de las herramientas necesarias para organizar al país, dependiendo de las necesidades sociales de cada momento histórico y debido en gran medida a su propia conformación, sino que a parte de gozar de cierto grado de enajenación por el tipo de tarea que desarrolla, además que existen rumores y poca evidencia concreta sobre los sobornos de que son "víctimas" sus magistrados; este órgano permite que un tema de importancia capital para la vida en este "terruño querido", se le escape de las manos y más allá de su lenta reflexión.

No es posible que los integrantes de "ese poder de la federación" -ellos sí muy cómodos en su casita y gozando de las merecidas mieles de su laborioso trabajo- decidan no ahondar en un asunto vital para la protección del bien más preciado de cualquier país: su gente, y más aún su niñez.
Y después las televisoras "se sorprenden" -gracias a que les tiran línea- por las reacciones violentas de las personas comunes y corrientes al enfrentar a delincuentes de toda calaña cuando éstos fotografían a sus vástagos a la salida de alguna escuela. La violencia no es deseable, ni justificable en ninguna de sus formas, pero sin duda es entendible dada la ausencia de una "real" defensa de la vida, salud y bienes de todos los afectados.

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