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miércoles, junio 25, 2008

Juego sucio

Pensando sobre las cuestiones que afectan al país, "recordé" que la inmensa cantidad de situaciones se derivan en realidad, de nuestra simpleza y apatía como pueblo. Mientras que en otras naciones, la cohesión y meta colectiva se centra en alcanzar objetivos a corto, mediano y largo plazo, aquí lo único existente y viable, es la sobrevivencia individual, a cualquier costo. Sin importar si daña al medioambiente, si las necesidades de la gente crecen sin cesar, si la pobreza extrema aumenta de manera rampante, si el narcotráfico y la delincuencia acosan a todo mundo, sin control.

No obstante, el estado de cosas que priva en México, esto no parecen afectar de ninguna manera a la clase gobernante, de hecho, muchos nos preguntamos, si se enteran ó solamente le "juegan al vivo", es decir, que saben muy bien lo que pasa, pero "les importa un rábano".

No podemos seguir acusando de “ineptitud” a nuestros funcionarios oficiales, simplemente porque no hacen lo necesario, ya no digamos lo indispensable. Al contrario, las autoridades actúan con conocimiento de causa, a sabiendas del daño que provocan. No es posible que el presidente de este país impulse una iniciativa de Estado que "busca ayudar a los más pobres", mientras que por el otro lado niega de manera sistemática los recursos, posibilidades y opciones a los campesinos de escasos recursos, cuya forma de siembra se remonta a los principios de la agricultura, y cuya producción representa un alto porcentaje en el consumo popular.

Y es aquí, cuando uno molesto se pregunta: ¿Qué no han visto los estragos que producen, a nivel internacional, las empresas trasnacionales, las cuales se adueñan de todo tipo de siembra? ¿No conocen los casos de la India, África y Sudamérica? ¿No es sabido, que muchos países al perder su soberanía alimentaria, ya no son capaces, nunca más, de satisfacer las necesidades de su población? Y visto lo anterior, a parte, ¿Por qué dejan entrar a firmas extranjeras que se dedican a estudiar, cotejar y apropiarse del genoma de todo ser viviente, sólo para autoerigirse como dueños absolutos? ¿Qué acaso son idiotas?

Pero no. En realidad, ellos ya saben de antemano el porqué de todas las cosas. La explicación deviene lógicamente: se han vendido por tres miserables pesos. Sus intereses son exactamente iguales a los de sus "patrones", incluidos los dueños de las televisoras más "importantes" en suelo mexicano, de gente como Slim, de los empresarios españoles promovidos desde la federación, de los magnates estadounidenses, franceses y judíos, amén de las redes de pederastas y trata de blancas que inundan México. Pensar que la gente encargada de la política en el país, sucumbe fácilmente por su poca sagacidad o que roza en la imbecilidad, es un craso error, pero no comparable siquiera a cuando ellos roban, después que son grabados en video, “infraganti”, con sendos fajos de billetes, y en seguida manifiestan: Fue un error.

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martes, junio 17, 2008

¿A poco sí nos excedió?

Definitivamente la delincuencia nos ha rebasado, pero no porque los gobiernos estatales y federal sean una suma de iniputables que no sabe por dónde empezar a tratar con la caterva de imbéciles que se dedican a actividades criminales. No, en realidad, me refiero a todos nosotros, a todos aquellos que nos quejamos amargamente tanto de la omisión, corrupción, márgenes de maniobra, como del crecimiento exponencial de las redes de mafias y asquerosos maleantes que nos rodean.

Me refiero a la mayoría de la población. Esos mismos que nos vemos arrinconados, desprotegidos y amedrentados por una ralea de delincuentes de toda índole, desde raterillos de poca monta, asaltantes de tarjeta-habientes, comandos armados que atacan cajeros automáticos y bancos a cualquier hora y lugar, secuestradores de todo tipo, desde aquellos que piden rescate, hasta esos otros que se llevan a la gente para venderla o matarla, asesinos, defraudadores, gavillas de hombres armados por todo el territorio nacional, funcionarios y policías corruptos que agreden a la población, en algunos casos imputándoles cargos inexistentes, empresarios sin escrúpulos que no venden su poca madre, porque probablemente ya no la tienen, y que se hacen con los bienes y riqueza de otros tantos, y en muchas ocasiones dañan sin remedio el medioambiente y/o el patrimonio cultural de infinidad de localidades y pueblos.

Pero este no es un hecho aislado y de aparición reciente, no, al contrario, este es un cáncer que dejamos crecer desde hace décadas, y el cual hoy reclama lo que es suyo: nuestra sangre, nuestro cuello, nuestros hijo(a)s, nuestra salud, nuestro patrimonio, nuestra tranquilidad, nuestros trabajos, nuestro dinero/bienes y nuestras vidas.

Nos vimos rebasados hace décadas, pero nadie hizo nada, y mucho menos nosotros, que lo considerábamos como una obligación racional, funcional y fundamental de las "autoridades" en este país. Este México surrealista donde los delincuentes, alguna vez, fueron apreciados como héroes. Casos y ejemplos sobran en el imaginario colectivo, desde Juan Charrasqueado, Pancho Villa, Chucho el roto, hasta El Tigre de Santa Julia y el “Chapo” Guzmán.

Para muchos en esta nación, algunos capos del crimen organizado mexicano, representan una oportunidad de comer y medio vestir a sus hijos, de defenderse de autoridades y funcionarios corruptos, al más claro estilo de las asociaciones delictivas de principios del siglo pasado en EU, cuando gente como Lucky Luciano y demás mafiosos, adquirían favores de la gente común y corriente, de jueces y funcionarios de gobierno, sólo para seguir rompiendo con las reglas establecidas. Algunos escritores, como Mario Puzo, prefieren verlo de manera romántica y sostienen que los famosos “hombres fuertes” de la “cosa nostra”, simplemente defendían y se protegián a sí mismos de la opresión a la que eran sometidos, en general, los pobres en territorio estadounidense.

Sin embargo, la situación en México está totalmente desbordada. Después que el liderazgo e importancia del gobierno federal dentro del crimen se vió eliminada ó verdaderamente limitada, los delincuentes de antaño fueron sustituidos por gente con menos escrúpulos que ellos, sin moral de ningún tipo, con miras a ejercer su influencia en el vacío de poder dejado por individuos como “el negro” Durazo y demás etcéteras, quienes destituidos, descreditados y encarcelados, tuvieron que entregar sus cotos y prebendas. Durante décadas, las redes criminales, y esto era “un secreto a voces” funcionaban únicamente bajo la autoridad correspondiente. O se “alineaban por la derecha” o simplemente eran desechadas y sus integrantes solían “desaparecer”. Después del desmantelamiento de los antiguos sistemas de inteligencia, los cuales funcionaban solamente como medios para la represión y persecusión de grupos disidentes, y el exterminio de posibles brotes de manifestación social, los criminales supieron aprovechar todo tipo de beneficios obtenidos a partir de esta decisión presidencial. Ya no hubo manera de detectarlos, y sus formas de operar se mezclaron con los servicios de inteligencia, muchas de sus redes fueron usadas en sentido contrario: para detectar las posibles acciones en su contra. Eso dejando de lado el contubernio entre autoridades corruptas y mafiosos.

Ahora, sencillamente, es imposible vivir en este país. La delincuencia está, literalmente, sobre la población y no hay quien la defienda. Esto lo saben muy bien quienes siempre se aprovechan de ella, pues ya no sólo atacan a funcionarios judiciales y líderes de otras organizaciones, sino que cualquiera puede y se convierte en su víctima. No importa la condición social, económica o edad, lo únicamente importante para ellos es demostrar poder, y lo hacen secuestrando o asesinando a diestra y siniestra.

Yo como ciudadano común y corriente pregunto: ¿Por qué habríamos de presevar sus derechos humanos, al momento de ser detenidos, si ellos jamás contemplaron los de aquellos a quienes atropellan o matan? ¿Por qué cuidarles, si no hacen otra cosa que violar y asesinar niños, matar a padres de familia, quemar negocios, acabar con el pobre tejido social del cual son producto, atacar a mujeres inocentes o valientes, quemar en barriles con ácido a personas que cayeron en sus garras, secuestrar a hijas, madres y abuelas? ¿Por qué respetarles como seres humanos, si ellos no dan muestras de esa condición, y ni siquiera respetan la vida de gente inocente que va a un hospital? ¿Por qué respetar su vida, si ni siquiera cuando están presos representan un bien a la comunidad, pues no trabajan en su “readaptación social”, y no le traen ningún beneficio a la sociedad, sino todo lo contrario? ¿Por qué cuidarlos, vestirlos y alimentarlos si no representan nada bueno? A parte de que nos agreden, nos atacan, violan y asesinan ¿hay que cargar y gastar en ellos?

¿Por qué no ponerlos a trabajar en la reedificación, remodelación y construcción de infraestructura y carreteras? ¿Por qué no hacerlos que laboren y se ganen su comida? ¿Por qué no ponerlos a trabajar en el vapuleado campo mexicano, ese del que todo mundo se queja y que supuestamente necesita mano de obra barata? Simplemente porque si se les pone a trabajar ¿se están violando sus derechos humanos? ¿Por qué no verdaderamente los ponen a aprender un oficio con el cual paguen su estadía en las prisiones, y no me refiero solamente a hacer “bonitas” artes plásticas para su venta en bazares de la ciudad? ¿Por qué no se les exige comunitaria y masivamente a las inútiles autoridades de este país, un combate frontal con servicios de inteligencia y contrainteligencia, a fin de detectar, planear estratégicamente, y enfrentar efectivamente a la delincuencia, y no solamente profiriendo palabras baratas y dando estúpidos golpes mediáticos?

¿Cómo entender que la sociedad necesita no sólo medidas más fuertes y sanciones más agresivas, sino parámetros de enseñanza y prevención desde las escuelas? Y no me refiero a pendejadas como los operativos “mochila segura” o la llamada actualización del sistema educativo ¿Cómo hacerle entender a las personas que la corrupción es parte de la guerra contra narcos y criminales, y que si no empezamos por ahí, con algo pequeño; pero bien hecho, no se podrá avanzar en nada más?

Un último pensamiento, el cual no lo he expresado en mucho tiempo. En Japón se sabe desde hace mucho tiempo que las sociedades Yakuza no agreden a la población general como medida de ganancia, pues se detienen por un simple hecho del sentido común: porque precisamente, viven de ella.


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jueves, abril 10, 2008

La gran reforma energética y el patito feo

Hace unos días nuestro amable y bien vestido presidente, archi-reconocido en otros círculos como el “presidodo”, nos informó por las vías tradicionales (radio y televisión) que su gobierno está preparado para abrir Pemex a la inversión privada, sea local y/o extranjera. Eso sin -aseguró- exponer innecesariamente a la paraestatal bajo control del estado.

Sin embargo, el mensaje fue totalmente erróneo, no porque hubiese elegido una mala ocasión para lanzarlo, al contrario, el timing fue preciso. El problema recae en la poca legitimidad que ostenta con gran parte de la población. Sin contar con el obstáculo paradigmático que representa hablar sobre la entrada de dinero ajeno a Pemex. Si en algún momento, la gente que votó por él, ó por el contrario, aquella a la que le era hasta cierto punto indiferente, le brindaron un pequeño espacio de “duda razonable”, ahora TODO se le ha venido abajo, tiene poca credibilidad ante ellos.

En algún lúdico lapso de la vida, Calderón pensó que podría tenerla “dominada”; pero con sus escuetas declaraciones sobre la transparencia del gobierno federal, sus recetas equivocadas, incluida su decisión de emplazar al ejército para luchar contra el narco, su posición de apoyar cosas soeces como el IETU, la reducción del presupuesto para el rubro de la educación -y cientos de propuestas más por el estilo- la decisión de abrir Pemex a la inversión privada puede convertirse en su “Waterloo”. Si el asunto Mouriño podría haber parecido inocuo, será tal vez este asunto el que hunda la capacidad de operación de su administración.

¿Quién en su sano juicio va a creerle a Calderón, cuando dice que no permitirá la venta o privatización de Pemex y acto seguido anuncia que las personas interesadas podrán adquirir bonos o acciones desde 100 pesos? Osea que “nos quiere hacer de chivo los tamales”; sí, pero no.

Su mensaje solamente me provocó acidez, enojo y decepción, además de unas irrefrenables ganas de mentársela, incluido un escepticismo radical (que rozaba en lo irracional) que se apoderó temporalmente de mi juicio. Si eso provocó en mí que soy totalmente apartidista y no espero nada de nadie, ¿Qué puede esperarse de todas aquellas personas que no únicamente lo detestan, sino que harán todo lo que puedan para desvirtuar no sólo sus palabras, sino cada una de sus determinaciones? Es idiota entonces clamar que “TODOS JUNTOS PODEMOS”.

Siendo así, el supuesto mensaje de Calderón no fue solamente una diatriba insulza y estéril, sino que representó bien su papel de espejo, reflejando acertadamente la incapacidad del primer mandatario de la nación para prever las posibles consecuencias que su voluntad acarrearía, eso o simplemente, como todo político mexicano, en realidad, "le vino guango" todo el asunto.
A pesar que en algún instante me pareció regia la forma en cómo tomó la tribuna de San Lázaro para tomar protesta. Si así fue entonces ¿Por qué no ser más inteligente ahora?


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