martes, diciembre 12, 2006

Sólo hay una solución


¿Cuántas veces hemos escuchado que la verdadera razón de la navidad se ha desvirtuado? ¿Cuántas? ¿2, 3, 4, 10, 20? pero ¿Cuántas veces nos hemos detenido realmente para pensar en estas palabras?
En sí ¿Qué es la Navidad?

navidad.
(Del lat. nativĭtas, -ātis).
1. f. Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
2. f. Día en que se celebra.
3. f. Tiempo inmediato a este día, hasta la festividad de Reyes. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Se harán los pagos por Navidades y por San Juan.

¿Sólo una fiesta? ¿Una oportunidad para salir con los amigos y emborracharse? ¿Celebrar? ¿Festejar la chispa de la vida? ¿Recibir regalos? ¿Ir a las tiendas y hacer gala del síndrome de poca ayuda patentado por Guadalupe Loaeza en su libro: Compro, Luego Existo? ¿Coleccionar los artículos especiales de distintas marcas que inundan el mercado? ¿Poner el árbol? ¿Colocar el nacimiento? ¿Las posadas? ¿Reunirse con la familia? ¿La cena?¿El pavo? ¿El mole con romeritos? ¿El bacalao? ¿Los villancicos?
Creo que la navidad va más allá y que nos hace falta reencontrarnos con el verdadero propósito de esta fecha. Pero no como lo pretende entender la extensa mayoría de la gente.
Desgraciadamente, hay personas bastante fatalistas que apuntan a que todo está perdido. Que la humanidad no tiene salvación. Que todo está irremediablemente trastocado, los valores perdidos. Que la humanidad no quiere comprender el verdadero significado de un momento tan importante como éste.
Pero también, dicen por ahí algunos, que la Natividad es en realidad un nuevo comienzo, un nuevo punto de partida, un borrón y cuenta nueva. Sin embargo, no debemos dormirnos en nuestros laureles, y olvidar que en efecto, esto es únicamente eso: el inicio. Y que el comienzo de algo, no es necesariamente lo más importante.
En realidad, lo que vale la pena de un camino cualquiera, no es la meta, al contrario, es el largo viaje, son los problemas, las vicisitudes, las contingencias, es todo aquello que presenta los mayores retos, y que vamos sorteando, lo que le da más sabor a la vida.
Decía Khalil Gibrán que uno tiene que ser amasado y puesto en el horno de Dios para llegar a la plenitud. Nadie en ningún lugar dijo que llegar a Dios sería una cosa sencilla, y desgraciadamente para todos aquellos que huyen del dolor, para los hedonistas, esto no puede ser de otro modo. Sólo así se puede conocer el verdadero rostro de Dios.
Si esto es así ¿Por qué no celebramos con ese fervor y alegría la Pasión de Cristo? Es en ese preciso instante -suspendido en el tiempo- cuando Jesús sobrepasó a la muerte, y nos hizo a todos aquellos que creemos en él, verdaderos vencedores. No debería haber mayor celebración de gozo y plenitud que esa, la victoria sobre la muerte, sobre ese estado de "no ser".
Sin embargo, nos debatimos y pretendemos olvidar con "objetos materiales" que la muerte puede estar a la vuelta de la esquina, que el maligno puede estar esperándonos pacientemente a la vera del camino, sólo para tentarnos, para confundirnos, para vendarnos los ojos y que pretendamos que todo está bien, que no hay peligro. Que podemos llegar a la conclusión de otro año más, para disfrutar de cosas como la cena, los regalos y los abrazos. Pero nada está más alejado de la realidad, y al terminar el barullo, los fuegos artificiales y los festines, nos hallamos más solos y más vacíos que antes.
Por eso es indispensable que entendamos la verdadera meta de la Navidad. Es necesario para que cumplamos con uno de los objetivos por los cuales Dios nos trajo a este mundo: Ser felices.

Todo a propósito de esta nota: Sarcófago de San Pablo sale a la luz
Debemos estar listos para ver señales, la vida está llena de ellas.


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