Un servidor por otra parte, si habla de cine y de dibujos de origen japonés, pocas veces toca otro tema que no sea la política. ¿Y qué decir de la política? Cosas que la gente ya sabe y desde una perspectiva nada innovadora ¡Hombre! ¡Cosas que la gente ya sabe y en uno tono que cualquiera podría ocupar para referirse a incidentes de la política en México! ¿Quién en su sano juicio repararía en una bitácora como ésta?
¿Dónde radica entonces la particularidad de este blog? Pues nada, en ningún lugar. Simplemente es el sentir de un individuo que sufre todos los días, como otro cualquiera, las determinaciones de un montón de tipos, que por decir lo menos, son obtusos. Me resulta divertido ver como a parte de ser algo más que estúpidos, luchan por convencerse que sus actividades diarias las realizan con el simple afán de mejorar las cosas en el país. Y en este desesperado intento, tratan -por todos los medios a su disposición, y que no son poco- de convencer al respetable, que lo dicho ante cámaras, micrófonos y plumas de editoriales -incluidos los chayotes- representa la "puritita" verdad. La clase política, dicho sea de paso, no se distingue por su inteligencia o claridad de pensamiento, sino todo lo contrario. Son contradictorios, burdos, rateros, chambones, iletrados, huevones y en el último de los casos, interesados en otra cosa que no sea el beneficio particular.
No es raro verlos haciendo uso de "sus privilegios" para ensalzarse, cuidarse, procurarse, enriquecerse, protegerse y vanagloriarse, siendo que en primera instancia y antes que todo, los "derechos" de los que gozan son en realidad, prebendas otorgadas "en buena fe" por los ciudadanos de esta nación. Y para no ponerme a llorar o ir a buscarlos a todos, de manera personal, mejor me dedico a reírme y molestarme desde aquí, por todas esas pequeñas idioteces que hacen de la mayoría de los políticos, hermosos ejemplos de la condición humana.
Pero "ellos", los políticos, no son los únicos responsables del estado de cosas que priva en México. Todos somos CO-responsables de las porquerías que suceden todos los días en territorio mexicano. Somos huevones (sí con "h") y nos encanta que nos den todo en la boca, listo para deglutir. No es necesario divagar demasiado para citar algún caso que refleje esta "curiosa" situación. Baste recordar cuando Calderón en visita oficial dió la orden a efectivos militares que lo acompañaban, para que hombres tabasqueños, y que sólo se dedicaban a mirar como él llenaba sacos con arena, fueran obligados a apoyar en las tareas de "rescate". Podrán justificadamente decir: "No todos son así. Muchos trabajan para construir un país mejor. Asociaciones enteras laboran diariamente para rediseñar las condiciones nacionales".
Pues sí, muchos trabajan; pero desgraciadamente son una minoría, y mientras no sean más, las cosas seguirán exactamente igual. Algunos otros dirán: "Los que seguimos a Pejemanuel eso hacemos, trabajamos para quitar a los ricos y poner a los pobres".
Tristemente, eso es una falacia, aunque traten por todos los medios a su disposición de increpar y acusar que lo dicho aquí no es cierto, que si no soy un pequeño-burgués, estoy contra la democracia y no sé cuánta imbecilidad más, "cuándo al idiota le señalaron la luna, solamente pudo ver el dedo", al buen entendedor pocas palabras.
Aquí se escribe sobre política porque no puede uno ponerse a chillar o insultar sin sentido. Ser más imbécil que la clase política y justificar acciones violentas o que dañan a terceros no significa más que vandalismo pendejo, y con esto me refiero a las dos partes del espectro: desde los seguidorcillos o "simpatizantes", tanto de los que persiguen "las ideologías" izquierdistas del nuevo siglo, encarnadas en pseu-partidos o "cabezas" sociales, que sostienen un "real" entre sus manos. Líderes carismáticos como en su tiempo lo fue Fujimori, actualmente lo ostenta el imbécil de Hugo Chávez, y localmente lo transfigura Pejemanuel. Y por el otro lado, todos esos idiotas estáticos, algo así como el 10% del total, que se solazan en las estupidez más abyecta, a sabiendas que sólo se benefician a sí mismos, decapitando las expectativas del resto de
Aquí en este blog, se escribe sobre política, porque resulta más benéfico para la salud de un servidor que ponerse a llorar por la amarga situación que todos vivimos: vejaciones, violaciones de todo tipo desde físicas, legales y mentales, hasta de derechos humanos, incluyendo los orbes individuales y colectivos; delincuencia sea institucional o criminal -en todas sus pintorescas facetas.
¿De qué sirve hablar de política? Pues ¿prácticamente? De nada. Podría hacerse una analogía y apuntar que hablar sobre procesos políticos es igual que confeccionar un poco de poesía. No tiene ningún beneficio, ningún resultado positivo, ninguna ganancia inmediata, ningún dinero obtenido de manera rápida; pero la verdad el quehacer político es un tópico inagotable y reírse de la pendejez ajena siempre es entretenido. La idiotez humana es infinita y eso presta mucho material. Como dije anteriormente en otro post, y citando una línea de diálogo de una película gringa: "algunas especies del universo consideran a la inteligencia humana como una enfermedad indeseable". Así que, en esta bitácora hablamos de política, no porque sea agradable, sino al contrario, lo hacemos porque hay que hacerlo, pues posiblemente nadie más lo haga, y porque es mejor ser prácticos y trabajar con lo que hay que sentarse a pensar sólo en nuestras carencias.
Desde hace muchísimo tiempo, el que esto escribe, llegó a una conclusión -la cual tampoco es original- respecto al género humano: tanto entre los individuos como entre las naciones el nivel de "inteligencia" es nulo, inexistente, zip. ¡La cúspide en la escala de evolución! ¡já! ¡Raciocinio! ¡JA! ¡Reflexión! ¡JA-JA! ¡Desarrollo! ¡Evolución! ¡Jajajaja!
Y mejor le paramos porque si continuo riéndome me voy a ahogar.
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