La sola idea de permitir que los pederastas, documentados en el libro de la periodista Lydia Cacho, "Los demonios del Edén", salgan libres por falta de pruebas, es simplemente, impensable.
No es de extrañar que miles de personas en este país se encuentren molestas por la falta de compromiso moral de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Ciertamente, este caso arrojó un saldo negro para este poder de la federación, levantando infinidad de sospechas, en un país donde la actitud de entrada de muchos ciudadanos, consiste en mostrarse escéptico ante cualquier disposición o medida adoptada por las autoridades.
Esta situación sólo exhibe que los pejepartidarios, podrían no haber estado tan equivocados después de todo en su "lógica" lucha contra los poderes fácticos e "ilegítimos" del país. A los pejelovers les faltó no únicamente pericia y sentido común, sino mucha cultura general para entablar, no un diálogo con sus adversarios, sino una forma efectiva para confrotarlos y salir airosos de la contienda.
Por otro lado, es claro que una decisión como la que tomó la SCJN respecto al caso Lydia Cacho, presta mucho material para que la población desconfíe mecánicamente de este tipo de sentencias. Gracias a determinaciones como la anterior, se corre el riesgo que personas inclinadas por su educación y contexto histórico a polarizar las cosas y cuadrar su realidad en conceptos absolutos, no sólo representen una amenaza real para cuestiones que debieran ser imparciales y desapasionadas, sino que pongan en tela de juicio los procedimientos jurídicos de toda una nación, declarando que los tribunales deben ser "sensibles" ante las necesidades de la población, cuando en realidad, el único motivo por el que existen instancias jurídicas es la necesidad de impartir justicia. Es decir, llanamente, "dar a cada quien lo que le corresponde".
Pero de entrada, el asunto pintaba mal, pues la SCJN no debió fungir como un simple fiscal, persiguiendo un delito del fuero común. Las cosas se enredaron de tal manera que se perdieron de vista las múltiples y complejas aristas que compusieron este caso, propiciando impunidad, elemento que se hizo presente en la resolución final de los magistrados. Muy a pesar que éste no fuese el objetivo central de su sentencia. El fallo pudo concluir que no existían elementos suficientes para procesar legalmente el delito de pedofilia, ni enjuiciar a los implicados, incluyendo al gobernador del estado de Puebla, Mario Marín.
Lo realmente exquisito, es la afirmación que hizo el juez Mesa, quien señaló que las averiguaciones sobre abuso de menores, revelaron la existencia de redes nacionales de pederastia y "trata de blancas", evidencia que se hará de lado, aún siendo concreta y tangible. Y este no es asunto menor como lo calificó el magistrado Anguiano, pues éste, representa un problema grave que tarde que temprano azolará, sin duda, a todo menor de edad en territorio mexicano, y ese, es el verdadero peligro.
Muchas bromas se hicieron sobre las presuntas palabras del mandatario estatal y sus dichos con Kamel Nacif -quien actualmente busca sacar sus empresas de la entidad poblana-, pero de nada sirvieron las grabaciones telefónicas, pues fueron desechadas como pruebas contundentes. Era obvio, desde el principio, que dicha evidencia sería desechada, pues no fue obtenida de manera adecuada. Debemos dejar de lado lo que podría parecer obvio: la violación de los derechos de Lydia Cacho, la violencia ejercida contra los niño(a)s por criminales como Succar Kuri, y obligarnos a fijar nuestra atención en lo que puede ser "probado" ante las autoridades "competentes".
No es que viva engañado y "crea" que muchos jueces en este país no están vendidos-coludidos ó que siempre se actúa conforme al estado de derecho; pero una de las cosas que le servirán a delincuentes con fuero constitucional como Gamboa Patrón y Mario Marín, del poder fáctico como Kamel Nacif, y de encubrimiento como Jean Succar Kuri. Al contrario, es imprescindible que pensemos que no solamente con un dicho, una grabación en audio o video, obtenidos ilegalmente, podremos encarcelar ó siquiera enjuiciar a porquerías humanas como "el mentado rey de la mezclilla", pues tenderíamos a pecar no de ingenuidad, sino de idiotez.
No es tanto lo tangible, sino lo que se pueda probar procesalmente hablando, lo que sustenta un alegato o juicio contra un tercero. Únicamente así, fijándose en la letra pequeña de la ley es como puede ganársele la partida a criminales como los descritos antes. Desgraciadamente, las cosas nunca se presentan a modo, es decir, ¿cómo Lydia Cacho, a parte de su dicho versus los testimonios de los policías que la detuvieron en Cancún, pudiera comprobar que efectivamente se vejaron sus derechos, no solamente como periodista, sino como ser humano? Y ese es el meollo del asunto.
Los acusados sabían de antemano que esto no pasaría a mayores para ellos, y que podrían "librarla", pues las evidencias no eran incriminatorias, contundentes, cuando mucho circunstanciales. Y las obtenidas, reveladoras, claras, concretas, se consiguieron de manera ilegal, por tanto, inútiles. Tampoco debió la defensa de Cacho señalar que las faltas cometidas contra ella era "graves", sino sólo imputarlas directamente contra Mario Marín y demás presuntos imputados. Al pasar finalmente hasta la instancia de "revisión" tendría que haber pasado a mayores. Y eso, habría tomado, no algo de tiempo, sino tal vez años.
¿Cómo repensar la justicia en este país, después de lo acontecido? ¿Cómo reflexionar la impartición de equidad, cuando suceden cosas como ésta? ¿Cómo tener expectativas positivas de la nación en cualquier rubro, si ni siquiera se logra enjuiciar a criminales encubiertos y solapados por el propio gobierno? ¿Debemos creer que los funcionarios y legisladores, sí laborarán para esclarecer no solamente el caso de extorsión telefónica de que fueron objeto, sino que harán todo los posible para establecer las condiciones básicas donde vivan todos los mexicanos? ¿Cómo esperar, cómo creer, que la administración federal de Felipe Calderón cubrirá las necesidades que se plantean diariamente en tópicos como combate a la delincuencia organizada, educación y crecimiento económico, por mucho que lo repita, de que su gobierno trabaja para que México avance?
Este sin duda, es un día negro para la nación, no únicamente para los testigos y víctimas, perseguidos y vejados, sino para todos los mexicanos. No nada más es frustrante, sino verdaderamente triste.
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viernes, noviembre 30, 2007
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