El asalto a la razón - Carlos Marín
14-junio-05
En abril del año pasado, Laura Itzel Castillo Juárez, secretaria de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, ordenó el retiro de propaganda de la precandidatura presidencial de su jefe, Andrés Manuel López Obrador, que empezaba a colocarse lo mismo en el equipamiento urbano que en árboles de camellones y jardines de la Ciudad de México.
La medida, explicó, se basaba en las prohibiciones que establecen el reglamento de anuncios y la normatividad ambiental.
En ese tiempo René Bejarano era el coordinador de los perredistas en la Asamblea Legislativa del DF y Agustín Guerrero dirigente del Partido de la Revolución Democrática en la capital, y a los dos se atribuía la súbita aparición de carteles, para lo cual fueron usados transportes oficiales y trabajadores afiliados en alguno de los sindicatos de la administración defeña mejor identificados con la corriente donde militaban ambos dirigentes.
Quien sea que hubiese promovido tal imprudencia no solamente desestimó los impedimentos legales, sino también la cruzada permanente de Andrés Manuel López Obrador contra la plaga de todo tipo de anuncios que infesta la capital.
Esa propaganda precoz había aparecido de manera simultánea con el volanteo callejero de miles y miles de “estampitas” con las imágenes del jefe de Gobierno… y la Virgen de Guadalupe.
Amador Solís, un burócrata de poca monta becado en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, se ufanó entonces de haber mandado imprimir las tarjetas que exhibían al declarado juarista como un grotesco “Juan Diego”, con la oportunista leyenda Andrés Manuel López Obrador/Guadalupano humilde/Fiel servidor del pueblo.
En una entrevista, el descarado lambiscón afirmó que El Peje “ya cruzó la línea de santidad” y que su “apostolado consiste en una entrega con pasión, emoción, vocación de servicio a la comunidad y a la sociedad (…). Es un mesías que viene a prometer y cumplir las cosas nuevas y buenas de la política”.
Quizá Laura Itzel, el procurador Bernardo Bátiz o el propio López Obrador hayan platicado con el señor Solís porque cesó también el reparto de “estampitas.
Hoy alguien tendrá que hablar con la señora que bajo la divisa del PRD y con el nombre Yeidckol Polenvsky pretende convertirse en la gobernadora del Estado de México.
Tendrán que hacerle ver que su propaganda no debe ser violatoria de leyes tales como la Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos, pues uno de sus volantes asemeja un billete de 20 pesos, pero (seguramente para alentar la pejemanía) de veintijinco pejos.
Con el tamaño y el azul característicos, con las tonalidades idénticas pero con la leyenda sin valor monetario en pequeñas letras rojas, el volante del Banco de México (idéntica tipografía), con número de serie y todo, en lugar de la imagen de Juárez, trae en el anverso la de López Obrador. Pero lo mejor es el reverso:
Al fondo el Hemiciclo pero, en vez de la escultura del Benemérito que presentan los billetes originales, lo que aparece es un retrato de la candidata a la gubernatura que tanto ha apoyado El Peje, con la leyenda 6 años de buen gobierno con Yeidckol/6 años/6 años.
La Ley Monetaria dice en su artículo 17:
Queda prohibida la imitación o reproducción total o parcial de monedas metálicas o en cualquier otra forma, salvo aquellos casos en que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, oyendo previamente al Banco de México, lo autorice expresamente, por tratarse de imágenes de monedas que carezcan de idoneidad para engañar o que conduzcan o puedan conducir a la falsificación de dichas piezas ni, en general, afecten la seguridad de circulación monetaria...
Los que idearon tan estulta propaganda son candidatos a ser multados hasta con un millón de pesos pero, si los falsos “volantes” con los fraudulentos “billetes” llegan a ser usados como lo que a simple vista parecen –moneda legítima–, las consecuencias podrían volverse penales.
¿Aún pensará López Obrador que la candidata –a quien suele acompañar en sus mítines– es representativa de su partido y de lo que su proyecto de nación significa?
14-junio-05
En abril del año pasado, Laura Itzel Castillo Juárez, secretaria de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, ordenó el retiro de propaganda de la precandidatura presidencial de su jefe, Andrés Manuel López Obrador, que empezaba a colocarse lo mismo en el equipamiento urbano que en árboles de camellones y jardines de la Ciudad de México.
La medida, explicó, se basaba en las prohibiciones que establecen el reglamento de anuncios y la normatividad ambiental.
En ese tiempo René Bejarano era el coordinador de los perredistas en la Asamblea Legislativa del DF y Agustín Guerrero dirigente del Partido de la Revolución Democrática en la capital, y a los dos se atribuía la súbita aparición de carteles, para lo cual fueron usados transportes oficiales y trabajadores afiliados en alguno de los sindicatos de la administración defeña mejor identificados con la corriente donde militaban ambos dirigentes.
Quien sea que hubiese promovido tal imprudencia no solamente desestimó los impedimentos legales, sino también la cruzada permanente de Andrés Manuel López Obrador contra la plaga de todo tipo de anuncios que infesta la capital.
Esa propaganda precoz había aparecido de manera simultánea con el volanteo callejero de miles y miles de “estampitas” con las imágenes del jefe de Gobierno… y la Virgen de Guadalupe.
Amador Solís, un burócrata de poca monta becado en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, se ufanó entonces de haber mandado imprimir las tarjetas que exhibían al declarado juarista como un grotesco “Juan Diego”, con la oportunista leyenda Andrés Manuel López Obrador/Guadalupano humilde/Fiel servidor del pueblo.
En una entrevista, el descarado lambiscón afirmó que El Peje “ya cruzó la línea de santidad” y que su “apostolado consiste en una entrega con pasión, emoción, vocación de servicio a la comunidad y a la sociedad (…). Es un mesías que viene a prometer y cumplir las cosas nuevas y buenas de la política”.
Quizá Laura Itzel, el procurador Bernardo Bátiz o el propio López Obrador hayan platicado con el señor Solís porque cesó también el reparto de “estampitas.
Hoy alguien tendrá que hablar con la señora que bajo la divisa del PRD y con el nombre Yeidckol Polenvsky pretende convertirse en la gobernadora del Estado de México.
Tendrán que hacerle ver que su propaganda no debe ser violatoria de leyes tales como la Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos, pues uno de sus volantes asemeja un billete de 20 pesos, pero (seguramente para alentar la pejemanía) de veintijinco pejos.
Con el tamaño y el azul característicos, con las tonalidades idénticas pero con la leyenda sin valor monetario en pequeñas letras rojas, el volante del Banco de México (idéntica tipografía), con número de serie y todo, en lugar de la imagen de Juárez, trae en el anverso la de López Obrador. Pero lo mejor es el reverso:
Al fondo el Hemiciclo pero, en vez de la escultura del Benemérito que presentan los billetes originales, lo que aparece es un retrato de la candidata a la gubernatura que tanto ha apoyado El Peje, con la leyenda 6 años de buen gobierno con Yeidckol/6 años/6 años.
La Ley Monetaria dice en su artículo 17:
Queda prohibida la imitación o reproducción total o parcial de monedas metálicas o en cualquier otra forma, salvo aquellos casos en que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, oyendo previamente al Banco de México, lo autorice expresamente, por tratarse de imágenes de monedas que carezcan de idoneidad para engañar o que conduzcan o puedan conducir a la falsificación de dichas piezas ni, en general, afecten la seguridad de circulación monetaria...
Los que idearon tan estulta propaganda son candidatos a ser multados hasta con un millón de pesos pero, si los falsos “volantes” con los fraudulentos “billetes” llegan a ser usados como lo que a simple vista parecen –moneda legítima–, las consecuencias podrían volverse penales.
¿Aún pensará López Obrador que la candidata –a quien suele acompañar en sus mítines– es representativa de su partido y de lo que su proyecto de nación significa?
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