Es obvio pensar que aquello que es "el otro", es contrario a las creencias que nos rigen, es el opuesto, lo antagónico -y en algunos casos extremos-, el enemigo. Sin embargo, todos los que hablamos de esta forma y respecto a los mismos temas nacionales, estamos preocupados por la seriedad de eventos que se han desatado en el país. La criminalidad que ha rebasado a las autoridades y a las instituciones judiciales de la nación. La corrupción en las esferas medianas y altas de las instituciones públicas de México. El deteriorado nivel educativo de nuestras escuelas públicas que atienden a nuestros jóvenes en niveles básico, medio y superior. El nivel socioeconómico, la inflación, la deuda externa, la crisis, los levantamientos armados de grupos radicales, las intenciones "expansionistas" del agraciado vecino del norte. La avaricia y ambición de transnacionales por todo aquello que signifique ganancia -a costa de las personas, medioambiente, conocimientos, cultura, tradiciones, instituciones o países-. La indiferencia de la mayoría de las personas respecto a temas de relevancia vital, como la cosecha, legislación y consumo de alimento transgénico. La importación ilegal a México de productos agrícolas como el chile. La contaminación. El desgaste inmenso e irracional de nuestros recursos naturales. La elección "razonada" de nuestros gobernantes -de los cuales y con la suma de todos, no se hace uno-, entre muchos más.
La historia ha demostrado -y usando las palabras de alguien más- que el gobierno "es el enemigo histórico" del pueblo mexicano. Desde Iturbide hasta Zedillo. Desde Plutarco Elías Calles hasta Andrés Manuel López Obrador. Todos han usado el poder para su propio beneficio, han sacado provecho de lo que han podido. Del dinero, de los recursos, de la "buena voluntad" de la gente, de sus necesidades. Ninguno ha perseguido, en realidad, el bien común.
Al igual que el PRI, el satanizado Porfirio Díaz -no por ello menos dictador- ayudó al país a alcanzar prosperidad durante su mandato, amplió la red ferroviaria, extendió las operaciones comerciales y económicas mexicanas en el extranjero. La imagen de México delante de la comunidad internacional, sino era impecable, era bastante buena. Inversionistas de todas partes del mundo venían a hacer negocios. No obstante, eso nunca significó que las condiciones en las cuales vivía la inmensa mayoría de la población fuesen buenas, vaya, siquiera aceptables (¿Suena como a "algo conocido"? ¿Dónde andarás innombrable? ¿Y qué tal las teorías de "foxilandia"?). Una de las causas más difundidas en los libros de texto, es la inconformidad social de las clases bajas. La Revolución Mexicana inició como eso, la urgencia de las personas aquejadas por la pobreza para solucionar su "problema de hambre". No tardaron en aparecer "como de la nada" líderes y caudillos preocupados por "el bien de la gente" tales como Pancho Villa, Pascual Orozco, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza (cuyo apellido todavía es sinónimo de engaño, ejemplo: "Me quieres carrancear") y demás etcéteras. Ninguno de ellos vió por el pueblo. Al contrario, se aprovecharon de la fuerza del movimiento social para hallar respuesta a sus propios intereses. Casi todos ellos terminaron muertos por otros "líderes revolucionarios". Claro, Calles acabó con las revueltas internas, creo instituciones para el crecimiento armónico, pero a un costo muy elevado, el cual todavía sufrimos hoy.
Desgraciadamente hoy como ayer, la gente se abandona muy fácilmente a la corriente y siente que sus simpatías -arrobadas por carismático cuadillo- son respondidas de "coraza" por él -tal vez provocado por el complejo casi biológico del "Huey Tlatoani"-. Por otro lado, la reeducación de los mexicanos después de la etapa revolucionaria se dio de una manera nada convencional. A veces jalando aquí (el desarme de grupos e individuos a lo ancho y largo del país), pactando allá (con Fidel "Munra" Velázquez y el sometido movimiento sindical) y matando acullá (tantos episodios en este rubro que no tiene caso nombrarlos a todos en este momento) -ejemplo específico en Guerrero y las mencionadas anteriormente como la "Plaza de las Tres Culturas" y el "Halconazo"-. Con respecto a las culpas de un partido o de un gobierno, Todos en este país tienen la culpa ¿Por qué radicalizar una postura como esta, la cual no ayuda en nada a México? Tal vez para empezar a cobrar conciencia de la concatenación de eventos. Porque ningún partido o adminisración federal ha mostrado verdadera voluntad para resolver las continuas crisis sociales y económicas. Únicamente usan, destilan y reproducen la miseria del pueblo con motivos puramente económico-personales. La gente no tiene la determinación suficiente y posee una enorme apatía para solucionar de una vez por todas cuestiones fatales como el Fobaproa, el jucio contra Echeverría (plagado como está de "errores" en la construcción de la demanda), el olvidado y retrasado conflicto agrario, y ahora, el temible y aterrador problema del narcotráfico. Como decía mi madre: "Tanta culpa tiene el que mata a la vaca... como el que le detiene la pata".
La historia ha demostrado -y usando las palabras de alguien más- que el gobierno "es el enemigo histórico" del pueblo mexicano. Desde Iturbide hasta Zedillo. Desde Plutarco Elías Calles hasta Andrés Manuel López Obrador. Todos han usado el poder para su propio beneficio, han sacado provecho de lo que han podido. Del dinero, de los recursos, de la "buena voluntad" de la gente, de sus necesidades. Ninguno ha perseguido, en realidad, el bien común.
Al igual que el PRI, el satanizado Porfirio Díaz -no por ello menos dictador- ayudó al país a alcanzar prosperidad durante su mandato, amplió la red ferroviaria, extendió las operaciones comerciales y económicas mexicanas en el extranjero. La imagen de México delante de la comunidad internacional, sino era impecable, era bastante buena. Inversionistas de todas partes del mundo venían a hacer negocios. No obstante, eso nunca significó que las condiciones en las cuales vivía la inmensa mayoría de la población fuesen buenas, vaya, siquiera aceptables (¿Suena como a "algo conocido"? ¿Dónde andarás innombrable? ¿Y qué tal las teorías de "foxilandia"?). Una de las causas más difundidas en los libros de texto, es la inconformidad social de las clases bajas. La Revolución Mexicana inició como eso, la urgencia de las personas aquejadas por la pobreza para solucionar su "problema de hambre". No tardaron en aparecer "como de la nada" líderes y caudillos preocupados por "el bien de la gente" tales como Pancho Villa, Pascual Orozco, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza (cuyo apellido todavía es sinónimo de engaño, ejemplo: "Me quieres carrancear") y demás etcéteras. Ninguno de ellos vió por el pueblo. Al contrario, se aprovecharon de la fuerza del movimiento social para hallar respuesta a sus propios intereses. Casi todos ellos terminaron muertos por otros "líderes revolucionarios". Claro, Calles acabó con las revueltas internas, creo instituciones para el crecimiento armónico, pero a un costo muy elevado, el cual todavía sufrimos hoy.
Desgraciadamente hoy como ayer, la gente se abandona muy fácilmente a la corriente y siente que sus simpatías -arrobadas por carismático cuadillo- son respondidas de "coraza" por él -tal vez provocado por el complejo casi biológico del "Huey Tlatoani"-. Por otro lado, la reeducación de los mexicanos después de la etapa revolucionaria se dio de una manera nada convencional. A veces jalando aquí (el desarme de grupos e individuos a lo ancho y largo del país), pactando allá (con Fidel "Munra" Velázquez y el sometido movimiento sindical) y matando acullá (tantos episodios en este rubro que no tiene caso nombrarlos a todos en este momento) -ejemplo específico en Guerrero y las mencionadas anteriormente como la "Plaza de las Tres Culturas" y el "Halconazo"-. Con respecto a las culpas de un partido o de un gobierno, Todos en este país tienen la culpa ¿Por qué radicalizar una postura como esta, la cual no ayuda en nada a México? Tal vez para empezar a cobrar conciencia de la concatenación de eventos. Porque ningún partido o adminisración federal ha mostrado verdadera voluntad para resolver las continuas crisis sociales y económicas. Únicamente usan, destilan y reproducen la miseria del pueblo con motivos puramente económico-personales. La gente no tiene la determinación suficiente y posee una enorme apatía para solucionar de una vez por todas cuestiones fatales como el Fobaproa, el jucio contra Echeverría (plagado como está de "errores" en la construcción de la demanda), el olvidado y retrasado conflicto agrario, y ahora, el temible y aterrador problema del narcotráfico. Como decía mi madre: "Tanta culpa tiene el que mata a la vaca... como el que le detiene la pata".
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