Hace poco recibí un mail en donde citaban diversos momentos que pueden ser catalogados como las cosas bellas de la vida y una de ellas era Reírse hasta que te duela la panza, y me puse a reflexionar... sí, es una forma de, aunque sean sólo unos segundos (o minutos según sea el caso o la persona), olvidar todas tus preocupaciones.
Según estudios científicos, la risa tiene un poder curativo ampliamente estudiado por los especialistas. Se han detectado modificaciones producidas por la risa que estimulan favorablemente el sistema inmunitario y que reducen en el organismo el nivel de hormonas relacionadas con el estrés.
Un ataque de risa alivia la tensión, relaja los músculos y provee de un antídoto contra la depresión.
Una carcajada logra reducir la presión sanguínea y estimula la liberación de la endorfina (químico cerebral que tiene un efecto anestésico). Esto, sin contar que también se convierte en un excelente ejercicio físico: obliga a que el diafragma, el tórax, el abdomen, el corazón y los pulmones entren en acción. Cada vez que el ser humano se ríe, la garganta experimenta espasmos descoordinados que expulsan bocanadas de aire a una velocidad de 110 km/hr. El cuerpo empieza a liberar adrenalina, la frecuencia cardiaca aumenta, los pulmones liberan dióxido de carbono, los ojos se llenan de lágrimas y los músculos pierden tensión y se relajan... así que, ¿por qué no echarse una carcajada de vez en cuando?
Ahora bien, comprendo que en esta vida tan agitada que llevamos, a veces se nos olvida que esos momentos son los que pueden aligerar el gran peso que nosotros mismos ponemos en nuestra espalda, así que no hay pretexto, ¿cuánto tiempo nos puede llevar? No olvidemos que una sonrisa es una gran llave que puede abrir todas las puertas y que nos harán sentir mucho mejor tanto física como emocionalmente.
Haber una sonrisita...
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