Para tratar de comprender o mínimo intentar apreciar parte de lo que nos rodea, es necesario enfrentar todos aquellos elementos que constituyen esa realidad. Es decir, oponiendo todas aquellas cosas que se enfrentan de manera natural entre sí: el blanco con el negro, el sí con el no, un hecho consumado con otro, una opinión independiente con alguna diferente y sobre el mismo tema, etcétera.
Pensar en una causa y una consecuencia no es tan simple como pudiera llegar a pensarse, sobre todo si se observa con atención que un momento histórico determinado, no es sino el resultado de múltiples factores, incluido el pasado directo, las relaciones de los actores que aparecieron en él y sus decisiones. Además, es imprescindible apreciar que todos estos elementos son únicamente el resultado, a su vez, de otros diversos factores. La realidad apreciada así, se vuelve compleja y hace a un lado las pretensiones de quienes buscan entregar respuestas simplistas a todo cuanto encuentran a su paso.
La actividad humana, sobre todo la política, no es como muchos desearían "canturrear": sólo un conglomerado de situaciones rápidas, con una esencia que se ubica sólo en el presente. Cuando en realidad y observada con atención, se autodeclara como una suma de escenarios y voluntades que se desperdigan por una línea histórica, casi intangible.
Señalar que el "rechaso" que muchas personas sienten y manifiestan sobre una decisión gubernamental cualquiera, sólo es una respuesta mecánica, constituye una forma vana de "analisar" las cosas.
Pongamos como ejemplo el proyecto de construcción de la llamada Torre del Bicentenario.
Es interesante ver que autoridades y legisladores del PRD calificaron como "poco conveniente" y "perverso" que diputados de otras fracciones parlamentarias del DF, junto con la delegada de la demarcación capitalina de Miguel Hidalgo, se opusieran frenéticamente al levantamiento de un edificio como éste. Calcularon mal al apoyar el decir del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebard, pues deseaban anunciar con bombo y fanfarria un megaproyecto de construcción parecido al Segundo Piso del Periférico. No obstante el berrinche de Ebrard y congresistas locales por la negativa de sus detractores políticos, hará que todo renglón referente a la Torre del Bicentenario -y que se prospectaba en medio del Parque de Chapultepec- quedará en un "loco deseo".
Sin embargo, el problema no es ese, a decir de algunos columni-publicistas a favor del PRD en el DF, sino la doble moral que aplican para -digámoslo así por mi incapadidad de encontrar otro calificativo- su beneficio. En realidad, el asunto se centra en su aversión a pensar verdaderamente en la ciudadanía sobre la que gobiernan y a la que tanto manifiestan proteger (reza un viejo adagio: dime de qué te jactas y diré de qué careces), en caso contrario ¿Por qué el GDF y asociados lanzan un referéndum (o Consulta Verde), a fin de conocer la opinión de la gente respecto a temas supuestamente ecológicos o para la mejora de esta urbe, y por el otro la ignoran por completo cuando deciden que el Cerro del Chapulín es el lugar indicaro para la construcción de la que sería el edificio de mayor tamaño en Latinoamérica? ¿Por qué ese afán de omitir cuando les resulta coveniente?
Por otro lado, resultan bobos los politichuchos que lanzan a los cuatro vientos un proyecto de esta envergadura y que al momento de anunciarlo ni siquiera cuenta con los permisos apropiados, los terrenos adquiridos, el común acuerdo con afectados e implicados en el proceso, y pretenden que sus opositores les rindan pleitesía, aprobando un monstruo que les pegará en donde sí les duele: el bolsillo.
Para evitar confusiones dejo aquí una definición:
bobo, ba.
(Del lat. balbus, balbuciente).
1. adj. tonto (‖ falto de entendimiento o razón).
2. adj. Extremada y neciamente candoroso. U. t. c. s.
Pensar en una causa y una consecuencia no es tan simple como pudiera llegar a pensarse, sobre todo si se observa con atención que un momento histórico determinado, no es sino el resultado de múltiples factores, incluido el pasado directo, las relaciones de los actores que aparecieron en él y sus decisiones. Además, es imprescindible apreciar que todos estos elementos son únicamente el resultado, a su vez, de otros diversos factores. La realidad apreciada así, se vuelve compleja y hace a un lado las pretensiones de quienes buscan entregar respuestas simplistas a todo cuanto encuentran a su paso.
La actividad humana, sobre todo la política, no es como muchos desearían "canturrear": sólo un conglomerado de situaciones rápidas, con una esencia que se ubica sólo en el presente. Cuando en realidad y observada con atención, se autodeclara como una suma de escenarios y voluntades que se desperdigan por una línea histórica, casi intangible.
Señalar que el "rechaso" que muchas personas sienten y manifiestan sobre una decisión gubernamental cualquiera, sólo es una respuesta mecánica, constituye una forma vana de "analisar" las cosas.
Pongamos como ejemplo el proyecto de construcción de la llamada Torre del Bicentenario.
Es interesante ver que autoridades y legisladores del PRD calificaron como "poco conveniente" y "perverso" que diputados de otras fracciones parlamentarias del DF, junto con la delegada de la demarcación capitalina de Miguel Hidalgo, se opusieran frenéticamente al levantamiento de un edificio como éste. Calcularon mal al apoyar el decir del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebard, pues deseaban anunciar con bombo y fanfarria un megaproyecto de construcción parecido al Segundo Piso del Periférico. No obstante el berrinche de Ebrard y congresistas locales por la negativa de sus detractores políticos, hará que todo renglón referente a la Torre del Bicentenario -y que se prospectaba en medio del Parque de Chapultepec- quedará en un "loco deseo".
Sin embargo, el problema no es ese, a decir de algunos columni-publicistas a favor del PRD en el DF, sino la doble moral que aplican para -digámoslo así por mi incapadidad de encontrar otro calificativo- su beneficio. En realidad, el asunto se centra en su aversión a pensar verdaderamente en la ciudadanía sobre la que gobiernan y a la que tanto manifiestan proteger (reza un viejo adagio: dime de qué te jactas y diré de qué careces), en caso contrario ¿Por qué el GDF y asociados lanzan un referéndum (o Consulta Verde), a fin de conocer la opinión de la gente respecto a temas supuestamente ecológicos o para la mejora de esta urbe, y por el otro la ignoran por completo cuando deciden que el Cerro del Chapulín es el lugar indicaro para la construcción de la que sería el edificio de mayor tamaño en Latinoamérica? ¿Por qué ese afán de omitir cuando les resulta coveniente?
Por otro lado, resultan bobos los politichuchos que lanzan a los cuatro vientos un proyecto de esta envergadura y que al momento de anunciarlo ni siquiera cuenta con los permisos apropiados, los terrenos adquiridos, el común acuerdo con afectados e implicados en el proceso, y pretenden que sus opositores les rindan pleitesía, aprobando un monstruo que les pegará en donde sí les duele: el bolsillo.
Para evitar confusiones dejo aquí una definición:
bobo, ba.
(Del lat. balbus, balbuciente).
1. adj. tonto (‖ falto de entendimiento o razón).
2. adj. Extremada y neciamente candoroso. U. t. c. s.
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