domingo, junio 11, 2006

¿Cuál es la edad ideal?



Hablan el corazón y el cerebro

¿Qué te pasa? Hace mucho tiempo que dejaste atrás la adolescencia y pareciera que quieres volver a ella. No puedo creer que estemos en esta posición, temblando y comportándote como niño mientras subes a la combi. Al principio querías convencernos de que te preocupaba la zona, nada agradable y muy conocida por sus recepciones con navaja en mano para los invitados. Sin embargo a mi no me engañas, no es eso lo que te preocupa. La conoces desde hace mucho tiempo, pero ahora es otra persona; simplemente creció. Dejó de ser esa niñita flaca que parecía quebrarse con el peso de la mochila de la secundaria, y tú dejaste de ser el supuesto intelectual universitario que aparentabas. Ella se convirtió en una mujer y tú, difícilmente podrías definir lo que eres, lo que somos, en este momento. Sales de una relación que te convenció que la vida es una mierda y ahora resulta que hasta estas pensando que el amor existe. ¡Qué pendejada se supone que es esa! Se supone que eres el que conoce la vida y ahora te das cuenta que basta un jaloncito para que nos tiren del tapete. Realmente me decepcionas. Aunque por otra parte estoy de acuerdo contigo; Ella es preciosa y sabías que en eso estaba destinada a convertirse. Lo que no sabías es lo que pasaba por su mente desde que el peso de la mochila amenazaba con desviar su columna. Nunca te imaginaste que estabas en su cabeza, o tal vez era yo. Que importa. Lo que me preocupa es lo que va a pasar con nosotros ahora. ¿Cómo le vamos a hacer para estar con ella, cuando sabes todas las broncas que eso implica? Vas a tener que pensar en algo porque me niego a estar sin ella. No es justo que ahora que por fin tengo la oportunidad de disfrutar la vida, después de que me has mantenido escondido durante todo este tiempo, me salgas con la pendejada de que importa más tener tranquila la conciencia que satisfecho el corazón. Ni madres, ahora si te chingas. Me gusta, nos gusta, me cae bien, nos cae bien, nos hace temblar como nadie antes lo había hecho. No creo que exista o haya existido alguien que haya dado una respuesta siquiera medianamente satisfactoria a la pregunta de ¿cuál es la edad ideal para amar? Y tampoco creo que en realidad exista un límite para entregar el corazón. No me importa que pienses que estoy derramando miel, pues se te olvida que si lo hago tú también lo haces. Tal vez diez años puedan ser una vida, tal vez sólo un instante que se pierde al cerrar lo ojos y besarla.




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