Es triste pensar en lo que pasó
en la ciudad de Morelia, Michoacán, este 15 de septiembre. De hecho, no creo equivocarme al calificar de inverosímil lo ocurrido. Todavía no puedo creerlo, claro, tal vez ese sea mi defecto más acendrado, el escepticismo. En mis días supe de todo, observé algunas cosas más y pensé que los mexicanos, como tales, nunca podríamos dañarnos los unos a los otros. Pues bien, los hechos y la historia siempre se encargan de darnos, a los que todavía creemos en el espíritu humano, una paliza, para que no olvidemos, un elemento contundente, íntegro de la naturaleza humana: todos los días luchamos por superarnos, sea para bien o sea para mal.
No puedo empezar por describir lo sorprendido, enojado y sediento de sangre que me siento, como parte del pueblo,
por este atentado con bombas que ocurrió
la noche del 15 de septiembre de 2008 en México. Sí, no puedo creerlo...
¡En México!Sí, ya se habían registrado bombazos en distintos lugares de la República Mexicana, pero ninguno había tenido víctimas, ni habían detonado en sitios públicos. Al contrario, grupos guerrilleros como el EPR se habían empeñado en señalar que nunca permitirían que uno de sus operativos afectara a la población civil. Eso hizo suponer a muchos, incluyéndome a mí, que los ataques solamente se dirigirían contra intereses corporativos o de importancia gubernamental. No habría consecuencias contra las "personas de a pie". Que equivocado estaba.
Durante una conversación, anterior al llamado "Grito de Independencia", realicé una pregunta que siento que nunca debí hacer:
-¿Tú crees que los narcotraficantes y criminales celebren las fiestas patrias? -
pregunté-
-Pues quién sabe, tal vez, sean más patrioteros de lo que pensamos -
me contestó mi interlocutor-
¿Habrá sido mi deseo por creer en la humanidad y consideración de parte de los criminales hacia personas comunes y corrientes como yo, lo que atrajo espiritualmente esos sucesos deleznables? Máxime que ésta era una fecha especial, comparable en esta tierra a la Navidad o acontecimientos semejantes.
Sé que no es posible que mi cuestionamiento haya provocado que diversos "entes" -
ubicados a miles de kilómetros- enmascarados en el anonimato que brindan las aglomeraciones festivas, armados de una infinita maldad, inmundicia é iniciativa propia, tasajearon a gente inocente, sin importarles siquiera, la presencia de mujeres y niños. No tengo palabras para calificar a esas bestias...
¿Como lidiar con
la determinación de quienes arrojaron las granadas de fragmentación, pues no les importó saber que había
presentes mujeres e infantes? ¿Cómo no pensar en la pena de muerte? ¿Cómo no querer que se les califique de "traidores a la patria", a fin de ejercer la constitución en toda su dimensión y acabar con las vidas de aquellos que se atrevieron a tal porquería? Porque es obvio que a ellos no les molestó, en lo más mínimo, segar la vida de padres, madres e hijos. ¿Por qué se les debe mostrar clemencia o consideración? ¿Por qué? Porque si los trataramos igual ¿Descenderíamos a su nivel? Seguramente, habrá individuos que disientan de mi forma de ver las cosas. No obstante, no considero que "poner la otra mejilla" en este caso vaya a traernos consecuencias deseables.
Y así, todavía hay legisladores que se atreven a rechazar la "pena capital" y contraveniendo todo sentido común, exhiben su poca voluntad política, su inexistente compromiso social al manifestar que la imposición de dicha sentencia en otros países, no ha tenido un impacto positivo en la reducción de la violencia y/o delincuencia. No, posiblemente las estadísticas sean poco alentadoras a este respecto y en nada apoyen el deseo por aplicar dicha sanción. Probablemente lo que se necesita es un sistema educativo, otro de prevención, uno más de seguridad social y demás etcéteras. Pero son los legisladores quienes no otorgan más recursos al sistema educativo, son ellos los que entregan cantidades risibles a los cuerpos de policía para que compren equipo y se capaciten, amén de las cantidades exhorbitantes de dinero que se autodispendian.
Algo sí queda claro, definitivamente los congresistas en México SÍ viven totalmente desconectados de la realidad y de los votantes que los llevaron a ocupar un escaño tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. No puede ser posible que esos mismos idiotas que propugnaron por la despenalización del aborto en la Ciudad de México para finalizar la existencia de un infante nonato con el único objetivo -
paradójicamente hablando- de respetar el derecho de cada mujer a decidir que hacer con su cuerpo, así como con el producto no deseado de una relación sexual, sean esos mismos quienes alzan su voz para defender el derecho a la vida de delincuentes que -
precisamente- acaban con los ciudadanos que les pagan sus cuotas, prebendas, sueldos y lujos sinfín. Es demencial que se considere a estas alturas, la implantación de un sistema de perdón, de juicios expeditos y de cuidados especiales para aquellos agresores que resulten detenidos, cuando hay gente que resultó muerta en la calle, mientras otras tantas víctimas siguen padeciendo en hospitales, donde algunas de ellas deberán soportar la amputación de sus brazos o piernas. Y todo porque tuvieron la osadía de asistir a la conmemoración del Inicio de la lucha de Independencia.
Por otro lado, si pensamos en la actual e ineficaz estrategia del gobierno del presidente Calderón contra las redes delincuenciales, es posible pensar en diversos aspectos que rayan en verdaderas "teorías de la conspiración":
1.-El ataque es
una agresión directa entre capos de la mafia que buscan desestabilizar la plaza de Morelia, la cual se encuentra supuestamente bajo la sombra del
grupo delictivo conocido como "La Familia".
2.-Puede ser un ajuste de cuentas contra el gobierno perredista de la entidad,
encabezado por Leonel Godoy, quien mostró su ineptitud para reaccionar al instante durante un escenario caótico como el anterior.
3.-Fue
el propio gobierno federal quien perpetró los hechos, a fin de obtener consenso y provocar la aparición de poderes especiales como el "estado de emergencia".
4.-Es el ajuste
entre diversas facciones políticas, las cuales buscan
sólo los dividendos políticos que una lucha fraticida como ésta engendraría.
5.-AMLO en su locura por obtener notoriedad y la presidencia "de facto" mandó a algunos simpatizantes a arrojar "regalitos" entre la población, al fin y al cabo, Leonel Godoy nunca fue muy de su agrado. Lo cual, según sus planes originaría una verdadera molestia entre toda la población.
6.-Fue la acción conjunta de un grupo de militares que buscan, en el mediano plazo, un golpe de estado, auspiciado por el cabecilla sudamericano Hugo Chávez.
7.-Fue un ataque de represalia,
perpetrado por células de las FARC presentes en suelo azteca.
8.-La agresión fue realizada por grupos radicales de derecha, los cuales buscan a toda costa, mantener su cuota de poder. Aventar artefactos explosivos contra la población va muy de acuerdo con sus credos, algunos de las cuales,
enmarcan su desprecio por las clases desprotegidas.
9.-Las explosiones son parte de una estrategia aún mayor de la secta de los Illuminati, pues se han dado cuenta -
desde siempre- la importancia radical que representa México en el ánimo de las naciones ¿Por qué no empezar sus acciones de dominación mundial sobre esta nación?
Me pregunto si estos escenarios estarán tan alejados de la realidad o simplemente se perderán como un catálogo de alucinaciones…
Algo sí es claro: el tiempo se le acabó a México.
Ya no existe ese cómodo lugar, ese conocido "cajón de sastre" donde todo iba a parar sin mayores consecuencias. Si la mayoría de nosotros pensamos que todavía hay posibilidades de resarcir los delitos sin sentencia, reclasificándolos como "equívocos", los atropellos sin justicia y que podemos darnos a la tarea de olvidarlo
todo con un presupuesto de tres pesos, con la venta de favores,
con discursos baratos y sin sentido por parte de funcionarios, jueces y mandatarios, estamos
ante un error de proporciones épicas. Si políticos piensan que
será suficiente con recetar una aspirina para esta continua enfermedad que padecemos, están omitiendo negligentemente. Además, si obtusamente piensan que podrán seguir mermando a los demás sin que les afecte en lo más mínimo, si sus ambiciones pretenden usar este atroz incidente como capital para su propio beneficio, déjenme indicarles que su consabido sentido de intuición no es tal, en realidad, es un absurdo instinto suicida. Si la gente de clase media
cree que todavía estamos a tiempo de exigirles a las autoridades -
calladamente, sin gritos, ni sombrerazos y sin incomodar a nadie- un plan de acción, un proyecto,
una reacción de oficial, a fin de aumentar la seguridad, la educación y la calidad de vida de los mexicanos
y después únicamente acomodarse en una butaca para dejarlo pasar todo, me gustaría decirles que están en un error tan inmenso que no sabría por dónde comenzárselos a explicar. Si los pobres de esta azotada nación creen que surgirá un líder carismático de entre la calles, que alguien vendrá rescatarnos de nosotros mismos, quien brindará no solamente perdón, paz, estabilidad, riqueza, estoicismo, clientelismos absurdos, soluciones mágicas e inmediatas a los problemas graves que nos aquejan como sociedad, no hay, ni habrá remedio suficiente, no existirá violencia idiota que justifique la caída de un pueblo.
México ya no está al borde, sin duda, vamos cayendo…