Día 3: Ohhhh psss si estamos chupando tranquilos!!
Aquella mañana lo primero que percibí fue el aroma del cabello de Karen, moví mi brazo derecho para intentar jalar un poco la cobija que no me tapaba bien del frío en aquel momento y al tratar de mover el brazo izquierdo me di cuenta de que lo tenía atrapado debajo de ella. Decidí no molestar a la nena haciendo un movimiento brusco para liberar mi brazo y con una voz tenue le dije al oído "Karen... ¿me puedes abrazar?, tengo frío", ella respondió con un "¿ah sí?... ven acá", se volteó hacia mí y me abrazó después de colocar la cobija de manera que nos tapara a ambos. Habremos dormido por otras tres horas cuando nos despertó el sonido de la rendija por donde el cartero deja la correspondencia, así que Karen se levantó a recoger el sobre que le acababan de entregar. No se trataba más que del clásico saludo navideño del banco con el que tienes una cuenta abierta... "uhhh que la chingada, ¿y por eso la hicieron levantarse?" fue lo que pensé al verla ahí sentada a mi lado leyendo el contenido del sobre. Karen se inclinó hacia su izquierda para alcanzar el control de la t.v. que se encuentra frente a su cama, la encendió y se volvió a acostar a mi lado pidiendo que la abrazara con mi brazo izquierdo. Vimos partes de varios programas, pues no encontramos uno que nos gustara a ambos. Después de fallar en el intento de compartir un rato de televisión por nuestros distintos gustos, Karen se volteó repentinamente y con esa cara de traviesa que hace cada vez que tiene una idea, me preguntó "¿tienes hambre?", claro que tenía hambre, ya eran las 11 de la mañana y no había comido ni madres desde la tarde anterior, ¡¡la tripa se me revolcaba de hambre!!... "sí, un poco", le respondí. Así pues ella se levantó, tomó mi camisa que estaba en el suelo, se la puso y con un gesto coqueto salió del cuarto camino hacia la cocina. Yo me quedé ahí en el cuarto pensando en lo que había pasado durante la noche y no podía dejar de sonreir. Unos minutos después percibí el olor de la comida que Karen estaba preparando y mi tripa volvió a revolcarse de desesperación. El desayuno estaba listo y después de servir mi plato ella se sentó a mi lado para comenzar a desayunar juntos. Mientras desayunábamos ese delicioso huevo con queso derretido encima acompañado de salchicha alemana y frijoles, recibimos la llamada telefónica de su madre, la cual yo no quería recibir a lo largo de todo ese día... Iris estaba en camino para recogerme. Terminamos el desayuno, nos echamos el "postre" y nos preparamos para no ser sorprendidos por su mamá en pelotas. Finalmente llegó Iris muerta de frío y mojada por la llovizna que no había parado desde la noche anterior. Después de hablar un poco sobre el clima y de hacer planes para esa noche, mi "nueva novia" como se denominó ella misma, me besó antes de que Iris y yo saliéramos del departamento a paso veloz hacia "un lugar" donde nos esperaba Alex, su esposo. Después de caminar tres cuadras llegamos a la puerta de aquel lugar a donde me llevaba Iris de la mano, se trataba de una cantina o "pub" como se les conoce a esos lugares. El lugar me pareció muy agradable desde el primer momento, pues cuando entramos, la gente que estaba en la barra nos recibió con un "hey!!" y los brazos levantados sosteniendo los tarros llenos de cerveza... ¡un saludo de compas!. Junto a la barra encontramos a Alex platicando con otros dos hombres, nos acercamos e inmediatamente uno de sus amigos jaló un par de bancos para que Iris y yo nos sentáramos junto a ellos. No pude ni decir "hola" cuando uno de ellos, al que todos llaman "Doc" me había ofrecido cerveza en un tarro que estaba lleno casi hasta el borde, el cual rechacé a causa de mi condición de salud que me prohíbe beber alcohól, aunque estando en ese lugar sí me apetecía beber un poco de cerveza junto a ellos. Algo que puedo afirmar acerca de los escocéses, es que son muy amigables, pues no sabían mi nombre ni de dónde había venido y ya me estaban tratando como si me conocieran desde años atrás. Cuando Alex les dijo que yo era mexicano me convertí en la novedad del lugar y gente sentada en otras mesas se empezó a acercar para saludarme. No faltó el que intentó decir algunas frases en español o hasta tarareó "la cucaracha". Muchos confesaron que yo era el primer mexicano que conocían en su vida y se mostraron interesados en saber más acerca de nuestra cultura y en especial de las dimensiones de la Ciudad de México y del número de habitantes que la ocupan. Algo que me sacó un poco de onda fue la idea que ellos tiene acerca de la vida cotidiana en México pues al gunos creen que todavía vestimos trajes de charro como Pedro Infante en sus películas o que todos traemos un revolver o que talvez nos detenemos a cantarle a las muchachas guapas que caminan por la calle... no nos podemos quejar, acá en México mucha gente cree que los escocéses visten faldas a diario. Uno de ellos, David, me preguntó acerca de los taxis que tenemos acá, sí, de los bochitos. Según David, ese aspecto de México le llama mucho la atención porque en Europa es muy difícil encontrar un bochito en funcionamiento y más en el Reino Unido, pues es visto como el auto nazi por excelencia y no llegaron muchos de esos a las calles británicas. También conocí a un señor que es apodado "Popeye", y yo me preguntaba el por qué del apodo cuando aquel hombre se ajustó un poco el cabello y de repente hizo una de las caras más cagadas que haya visto en mi vida, claro, le tomé una foto para compartirla con ustedes. Justo cuando estaba dando mis pronósticos para el mundial de fútbol de Alemania, entró al bar un señor de aproximadamente 70 años de edad o talvez un poco más al que todos saludaron con un estruendoso "heeey Johnny!!". De acuerdo con lo que me dijo Iris, el señor John había sido soldado durante muchos años y era un virtuoso con la gaita. Cuando John se acercó a saludar al grupo en donde me encontraba yo, Doc me presentó con él sin omitir mi nacionalidad y mi interés por escuchar algo de música salida de la "bag pipes" de John. Aquel hombre delgado y canoso se disculpó por no haber llevado su gaita consigo aquel día pero se acercó más para que pudiera escucharle bien decir "hijo, en tu honor voy a tocar algunas melodías", acto seguido sacó una armónica del bolsillo de su pantalón y comenzó a tocar las notas de una canción llamada "Scottish Soldier". A mí se me puso la piel de gallina al ver ese gesto de Johnn hacia mi presencia en el bar aquella tarde y no podía dejar de pensar en lo afortunado que era al estar ahí, justo ahí viviendo aquella experiencia. John tocó tres melodías más alegres, la gente de las mesas aplaudía al ritmo de la música y algunos más levantaban sus tarros para brindar mientras cantaban, fue genial. Un par de horas después nos tuvimos que despedir de los amigos, practicamente me despedí de todos en el lugar, hasta de las despachadoras detrás de la barra. Yo tenía que prepararme para salir de nuevo con Karen en algunas horas y mis "padres" a hacer compras en el supermercado. Por la noche volví a salir con Karen quien tenía ganas de comer comida chatarra, así que fuimos a un Burger King y compramos un par de hamburguesas que son mucho más pequeñas a las que nos venden en México, así que la próxima vez que piensen en quejarse por lo caro que están, piénsenlo dos veces porque en verdad que estamos en la gloria a comparación de los británicos por que allá ni aderezo le ponen a la hamburguesa. Karen y yo volvimos a su departamento y vimos una película llamada en español "Euroviaje Censurado", la cual ella puso con toda intención de hacerme reir de la similitud de mi viaje con la del tipo de la película. Nos abrazamos en el sillón mientras veíamos la película, compartimos la comida y después llegó la hora de ir a la cama a... dormir. Así terminaba otro día emocionante en Escocia, pero el siguiente lo sería también porque visitaría uno de los lugares más importantes para los escocéses y para muchas personas como yo que les gusta leer historias épicas de caballeros andantes... me refiero al Monumento a William Wallace, pero de esto les platico luego. Ahí les dejo fotos del bar, de John tocando y de Popeye. Adiós!.
Aquella mañana lo primero que percibí fue el aroma del cabello de Karen, moví mi brazo derecho para intentar jalar un poco la cobija que no me tapaba bien del frío en aquel momento y al tratar de mover el brazo izquierdo me di cuenta de que lo tenía atrapado debajo de ella. Decidí no molestar a la nena haciendo un movimiento brusco para liberar mi brazo y con una voz tenue le dije al oído "Karen... ¿me puedes abrazar?, tengo frío", ella respondió con un "¿ah sí?... ven acá", se volteó hacia mí y me abrazó después de colocar la cobija de manera que nos tapara a ambos. Habremos dormido por otras tres horas cuando nos despertó el sonido de la rendija por donde el cartero deja la correspondencia, así que Karen se levantó a recoger el sobre que le acababan de entregar. No se trataba más que del clásico saludo navideño del banco con el que tienes una cuenta abierta... "uhhh que la chingada, ¿y por eso la hicieron levantarse?" fue lo que pensé al verla ahí sentada a mi lado leyendo el contenido del sobre. Karen se inclinó hacia su izquierda para alcanzar el control de la t.v. que se encuentra frente a su cama, la encendió y se volvió a acostar a mi lado pidiendo que la abrazara con mi brazo izquierdo. Vimos partes de varios programas, pues no encontramos uno que nos gustara a ambos. Después de fallar en el intento de compartir un rato de televisión por nuestros distintos gustos, Karen se volteó repentinamente y con esa cara de traviesa que hace cada vez que tiene una idea, me preguntó "¿tienes hambre?", claro que tenía hambre, ya eran las 11 de la mañana y no había comido ni madres desde la tarde anterior, ¡¡la tripa se me revolcaba de hambre!!... "sí, un poco", le respondí. Así pues ella se levantó, tomó mi camisa que estaba en el suelo, se la puso y con un gesto coqueto salió del cuarto camino hacia la cocina. Yo me quedé ahí en el cuarto pensando en lo que había pasado durante la noche y no podía dejar de sonreir. Unos minutos después percibí el olor de la comida que Karen estaba preparando y mi tripa volvió a revolcarse de desesperación. El desayuno estaba listo y después de servir mi plato ella se sentó a mi lado para comenzar a desayunar juntos. Mientras desayunábamos ese delicioso huevo con queso derretido encima acompañado de salchicha alemana y frijoles, recibimos la llamada telefónica de su madre, la cual yo no quería recibir a lo largo de todo ese día... Iris estaba en camino para recogerme. Terminamos el desayuno, nos echamos el "postre" y nos preparamos para no ser sorprendidos por su mamá en pelotas. Finalmente llegó Iris muerta de frío y mojada por la llovizna que no había parado desde la noche anterior. Después de hablar un poco sobre el clima y de hacer planes para esa noche, mi "nueva novia" como se denominó ella misma, me besó antes de que Iris y yo saliéramos del departamento a paso veloz hacia "un lugar" donde nos esperaba Alex, su esposo. Después de caminar tres cuadras llegamos a la puerta de aquel lugar a donde me llevaba Iris de la mano, se trataba de una cantina o "pub" como se les conoce a esos lugares. El lugar me pareció muy agradable desde el primer momento, pues cuando entramos, la gente que estaba en la barra nos recibió con un "hey!!" y los brazos levantados sosteniendo los tarros llenos de cerveza... ¡un saludo de compas!. Junto a la barra encontramos a Alex platicando con otros dos hombres, nos acercamos e inmediatamente uno de sus amigos jaló un par de bancos para que Iris y yo nos sentáramos junto a ellos. No pude ni decir "hola" cuando uno de ellos, al que todos llaman "Doc" me había ofrecido cerveza en un tarro que estaba lleno casi hasta el borde, el cual rechacé a causa de mi condición de salud que me prohíbe beber alcohól, aunque estando en ese lugar sí me apetecía beber un poco de cerveza junto a ellos. Algo que puedo afirmar acerca de los escocéses, es que son muy amigables, pues no sabían mi nombre ni de dónde había venido y ya me estaban tratando como si me conocieran desde años atrás. Cuando Alex les dijo que yo era mexicano me convertí en la novedad del lugar y gente sentada en otras mesas se empezó a acercar para saludarme. No faltó el que intentó decir algunas frases en español o hasta tarareó "la cucaracha". Muchos confesaron que yo era el primer mexicano que conocían en su vida y se mostraron interesados en saber más acerca de nuestra cultura y en especial de las dimensiones de la Ciudad de México y del número de habitantes que la ocupan. Algo que me sacó un poco de onda fue la idea que ellos tiene acerca de la vida cotidiana en México pues al gunos creen que todavía vestimos trajes de charro como Pedro Infante en sus películas o que todos traemos un revolver o que talvez nos detenemos a cantarle a las muchachas guapas que caminan por la calle... no nos podemos quejar, acá en México mucha gente cree que los escocéses visten faldas a diario. Uno de ellos, David, me preguntó acerca de los taxis que tenemos acá, sí, de los bochitos. Según David, ese aspecto de México le llama mucho la atención porque en Europa es muy difícil encontrar un bochito en funcionamiento y más en el Reino Unido, pues es visto como el auto nazi por excelencia y no llegaron muchos de esos a las calles británicas. También conocí a un señor que es apodado "Popeye", y yo me preguntaba el por qué del apodo cuando aquel hombre se ajustó un poco el cabello y de repente hizo una de las caras más cagadas que haya visto en mi vida, claro, le tomé una foto para compartirla con ustedes. Justo cuando estaba dando mis pronósticos para el mundial de fútbol de Alemania, entró al bar un señor de aproximadamente 70 años de edad o talvez un poco más al que todos saludaron con un estruendoso "heeey Johnny!!". De acuerdo con lo que me dijo Iris, el señor John había sido soldado durante muchos años y era un virtuoso con la gaita. Cuando John se acercó a saludar al grupo en donde me encontraba yo, Doc me presentó con él sin omitir mi nacionalidad y mi interés por escuchar algo de música salida de la "bag pipes" de John. Aquel hombre delgado y canoso se disculpó por no haber llevado su gaita consigo aquel día pero se acercó más para que pudiera escucharle bien decir "hijo, en tu honor voy a tocar algunas melodías", acto seguido sacó una armónica del bolsillo de su pantalón y comenzó a tocar las notas de una canción llamada "Scottish Soldier". A mí se me puso la piel de gallina al ver ese gesto de Johnn hacia mi presencia en el bar aquella tarde y no podía dejar de pensar en lo afortunado que era al estar ahí, justo ahí viviendo aquella experiencia. John tocó tres melodías más alegres, la gente de las mesas aplaudía al ritmo de la música y algunos más levantaban sus tarros para brindar mientras cantaban, fue genial. Un par de horas después nos tuvimos que despedir de los amigos, practicamente me despedí de todos en el lugar, hasta de las despachadoras detrás de la barra. Yo tenía que prepararme para salir de nuevo con Karen en algunas horas y mis "padres" a hacer compras en el supermercado. Por la noche volví a salir con Karen quien tenía ganas de comer comida chatarra, así que fuimos a un Burger King y compramos un par de hamburguesas que son mucho más pequeñas a las que nos venden en México, así que la próxima vez que piensen en quejarse por lo caro que están, piénsenlo dos veces porque en verdad que estamos en la gloria a comparación de los británicos por que allá ni aderezo le ponen a la hamburguesa. Karen y yo volvimos a su departamento y vimos una película llamada en español "Euroviaje Censurado", la cual ella puso con toda intención de hacerme reir de la similitud de mi viaje con la del tipo de la película. Nos abrazamos en el sillón mientras veíamos la película, compartimos la comida y después llegó la hora de ir a la cama a... dormir. Así terminaba otro día emocionante en Escocia, pero el siguiente lo sería también porque visitaría uno de los lugares más importantes para los escocéses y para muchas personas como yo que les gusta leer historias épicas de caballeros andantes... me refiero al Monumento a William Wallace, pero de esto les platico luego. Ahí les dejo fotos del bar, de John tocando y de Popeye. Adiós!.
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