Hola. Esta vez quiero hablar sobre una plática que tuve con mi amiga Melissa, sobre la existencia del diablo. Bien pude echarme un chorote y marear a Melissa, pero decidí guardarme el choro para esta ocasión, así que a darle pué.
Sí, definitivamente tiene que haber un diablo, ¿no?, pues si hay bien, a fuerzas tiene que haber mal, pues es el mal lo que define al bien, sin el mal el bien no existiría. El mal es un elemento necesario para los humanos, es una forma que Dios tiene para ponernos a prueba, para retarnos, para dejarnos decidir con nuestro libre albedrío si queremos estar de su lado o alejarnos. Yo creo que sí hay diablo, pero lo que no me trago, es aquella imagen que por siglos nos han presentado, sí, esa, la del tipo rojo con cuernos, cola y patas de caballo o cabra, eso sí que no y les diré por qué. Aquello del tipo cornudo es un invento que la Iglesia Católica se sacó de la manga en la época medieval para representar todo aquello que consideraba pecado, principalmente el sexo, ¿el sexo?, ¡sí!, el sexo entra en este rollote... mira, en la religión antigüa o pagana existía un dios llamado Baphomet, el cual representaba la virilidad del hombre y al sexo en sí. ¿Adivinas cómo era la imagen de Baphomet?... hmmm, no, no era tan parecido a tu suegra, de hecho era más feo, a ver echale coco... ¡claro!, al diablo que conocemos todos hoy en día, de esa forma la Iglesia ponía a Baphomet como la imagen del demonio, la representación de todo lo malo, principalmente el sexo por placer, y así logró causar temor a la gente para que no practicara el sexo si no era para procrear. Creo que el diablo puede tomar muchas caras que no precisamente tiene que estar roja como jitomate y con cuernos como si lo fueran a lidiar en la Plaza México, es más, creo que al diablo lo vemos diario pero con la cara de la hambruna, la violencia y la enfermedad. Si me preguntas qué cara creo que tiene el diablo hoy, sin duda te contesto que la de George W. Bush. ¿Que si le tengo miedo al diablo?, definitivamente no... yo con Dios, ¿quién contra mí?.
Sí, definitivamente tiene que haber un diablo, ¿no?, pues si hay bien, a fuerzas tiene que haber mal, pues es el mal lo que define al bien, sin el mal el bien no existiría. El mal es un elemento necesario para los humanos, es una forma que Dios tiene para ponernos a prueba, para retarnos, para dejarnos decidir con nuestro libre albedrío si queremos estar de su lado o alejarnos. Yo creo que sí hay diablo, pero lo que no me trago, es aquella imagen que por siglos nos han presentado, sí, esa, la del tipo rojo con cuernos, cola y patas de caballo o cabra, eso sí que no y les diré por qué. Aquello del tipo cornudo es un invento que la Iglesia Católica se sacó de la manga en la época medieval para representar todo aquello que consideraba pecado, principalmente el sexo, ¿el sexo?, ¡sí!, el sexo entra en este rollote... mira, en la religión antigüa o pagana existía un dios llamado Baphomet, el cual representaba la virilidad del hombre y al sexo en sí. ¿Adivinas cómo era la imagen de Baphomet?... hmmm, no, no era tan parecido a tu suegra, de hecho era más feo, a ver echale coco... ¡claro!, al diablo que conocemos todos hoy en día, de esa forma la Iglesia ponía a Baphomet como la imagen del demonio, la representación de todo lo malo, principalmente el sexo por placer, y así logró causar temor a la gente para que no practicara el sexo si no era para procrear. Creo que el diablo puede tomar muchas caras que no precisamente tiene que estar roja como jitomate y con cuernos como si lo fueran a lidiar en la Plaza México, es más, creo que al diablo lo vemos diario pero con la cara de la hambruna, la violencia y la enfermedad. Si me preguntas qué cara creo que tiene el diablo hoy, sin duda te contesto que la de George W. Bush. ¿Que si le tengo miedo al diablo?, definitivamente no... yo con Dios, ¿quién contra mí?.
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