jueves, octubre 25, 2007

La Migración vs. el Desarrollo Nacional

Es no triste, sino lamentable que México continúe con su largo devenir de fracasos. Esta nación nuestra y de la que tanto se jactan sectores empresariales y políticos, ha sido botín desde tiempos inmemoriales de las élites que gobiernan el destino de este país. Todo se puede -como siempre- achacar a siniestros designios de ricos, acomodados y poderosos, quienes en su afán de poseerlo todo, desbaratan, malbaratan y destruyen a deseo, los arduos trabajos de infinidad de personas comunes y corrientes, de hombres bien intencionados, algunos funcionarios públicos, pensadores e intelectuales.

Miríadas de mexicanos han pasado penurias, serios problemas, persecusiones, tortura y asesinato para conseguir un poco de mejoría. Desgraciadamente, los antes citados son una pequeña minoría comparada con el el tamaño del resto de la población, la cual gusta de sumerjirse en ensoñaciones sobre los futuros distantes, sobre los pasados gloriosos, los hubiera y los quizá. Tal vez sea esta última característica las que nos define con mayor exactitud: el quizá, que traducido deviene en el "pudo haber sido, pero no fue". Este elemento pareciera ser parte fundamental de nuestra maltrecha idiosincrasia, del supuesto genio nacional que infunda valores y sentimientos patrios, del cual ahora queda bastante poco, sino es que a fuerza de desgaste, hoy no queda nada.

Todo mundo, gente normal, otros de círculos de elevada estirpe, de convergencia nacional y del espectro político, se ufanan sobre la benevolencia de esta tierra; pero ninguno se ocupa realmente de ella. Unos van por la búsqueda del santo grial, otros por el dividendo que dejan los monopolios, otros más del erario público, los más, corren agraviados y espantados del panorama gris que se ve y consiguen como pueden, sobrevivir un día más, a costa de su trabajo, sea cual fuere éste. Nadie está dispuesto a ver más allá de tres palmos de nariz y sucumben ante la impostergabilidad de lo inmediato, de lo urgente, de lo imprescindidble y necesario para la vida. Ninguno de nosotros se halla dispuesto a conseguir, a planear, a ver, a proyectar, un universo más grande, un futuro cierto y más prolífico, un mundo mejor.

Unos y otros nos miramos, esperando para comprobar quién se arrojará primero al salvamento desesperado de lo poco que queda, pero nadie se atreve, todos salimos cabizbajos y amedrentados, obstusos y obnubilados, mientras el resto hace su agosto con lo que encuentra por ahí, despojando a propios y a extraños, sin importar si las cosas que se obtienen se venden por sólo tres pesos: "la cosa es chingar al de enfrente", "hacerse con lo que es de uno".

Dígase entonces, que la migración de ciudadanos o fuga de cerebros mexicanos a otras naciones es cosa menor, es el menor de los males, pues hay cosas más apremiantes en el colectivo nacional. No obstante ¿Serán las más acuciantes en la escala de importancia? ¿Debemos golpearnos, polarizarnos, atomizarnos, enfrentarnos por situaciones que a la larga lo único que producirán es más atraso, más estupidez, más desorganización, menos tolerancia, menos entendimiento, menos claridad en las cosas que producen la problemática actual?

¿No es por eso que siempre personas que vienen del extranjero pueden hacer de las suyas? Y para ese tipo de casos existe un enorme catálogo de casos, fue así como se perdió parte del territorio, fue así como intereses privados norteamericanos privatizaron en su momento las fuentes de riqueza durante la dictadura de Porfirio Díaz, fue así como todavía poseemos una enorme deuda foránea, es así como en este preciso instante empresas transnacionales tratan de hacerse con los secretos de la medicina tradicional milenaria en México, a fin de obtener todos los conocimientos y beneficios sólo para agenciarse la información y entregarla a la gente por un elevado costo.

También es por eso que seguimos pagando por el refinamiento de los productos petroleros, es por eso que vienen a decirnos que hacer con el problema de la seguridad nacional, es por eso que compran a precio de risa bancos, aerolíneas, ferrocarriles, cosechas, predios, medios de producción y otros.

México necesita no sólo un cambio de mentalidad, sino una transfusión completa de ideas, de sangre, de conductas y acciones, de formas de entender la realidad y de la que todos formamos parte. Desgraciadamente, esa tan esperada transformación nunca vendrá, y no lo hará por un simple y crudo hecho: Somos México.





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