domingo, agosto 28, 2005

El sexto inquilino

En mi vida he tenido varias de esas experiencias raras que uno no entiende cómo es que pueden llegar a suceder, pues no les encuentras una explicación lógica, pero solamente 2 de esas experiencias me han hecho sudar frío, una que tuve en Hidalgo durante un campamento y otra más reciente en Puebla. La de Hidalgo ha sido lo más grueso que he vivido pero esa se las cuento luego y mejor empiezo por la más leve. A principios de febrero de este año, mi mejor amigo, Isami, organizó un viaje con sus cuates de la escuela y un servidor, para pasar un fin de semana en una cabaña rústica que se encuentra en un pueblito llamado... ya no me acuerdo, pero que está escondida en el estado de Puebla, México. La cabaña en cuestión no cuenta con energía eléctrica por decisión de los dueños originales (amigos de mi amigo Isami), el agua llega casi en cubos de hielo, la casa más cercana se encuentra a 200 metros de distancia, tiene un pantano a sus espaldas y la calefacción se hace a base de quemar leña. Llegamos durante la noche lluviosa de un viernes después de pasar por muchas complicaciones durante el camino, como vernos rodeados por neblina en plena carretera a las 10 de la noche o perder el rumbo y terminar casi casi en el pueblo equivocado. Recuerdo que llegamos a las puertas de la propiedad donde está la cabaña, estaba lloviendo todavía y mi amigo Isami nos pidió al "Pony" y a mí, que bajaramos del carro para abrir las rejas de la propiedad para meter el auto. Después de meter el carro y de que Isami y nuestros otros dos compañeros de viaje, Luis y Pilar descendieran el auto, lo primero que dijo Isami al empezar a reconocer los oscuros alrededores de la cabaña, fue: "No se vayan a asustar, pero ahí atrás de esos arbustos hay una tumba de alguien desconocido, así que si se la topan pues ya están avisados", bonita forma de empezar el fin de semana, ¿no?. La primera noche en la cabaña estuvo tranquila, aunque con mucho frío, todo estuvo bien, nos divertimos un rato y nos fuimos a dormir todos al mismo cuarto a causa del intenso frío, aunque la cabaña cuenta con 3 cuartos equipados con un buen número de camas. Al día siguiente, mi buen amigo "Pony" y yo, empezamos a vagar por la propiedad y no resistimos las ganas de visitar la tumba que Isami nos había señalado la noche anterior. Por evitarme la molestia de sortear los arbustos que la rodeaban, decidí quedarme a metros de distancia de la tumba mientras "Pony" trataba de leer el nombre de la persona ahí enterrada, pero la inscripción en la cruz ya no era visible a causa de lo vieja que era. La tarde de aquel día transcurrió bien y fue hasta la hora de ir a dormir cuando empezó lo bueno. Yo decidí no compartir cama aquella noche y me adueñé de una de las camas individuales dentro del cuarto donde nos instalamos, mientras mis cuatro amigos se acostaron juntos en las 2 camas king size que están juntas dentro del cuarto. No pasaron ni 10 minutos desde que empezamos a tratar de dormir cuando escuchamos la primer serie de ruidos en el pasillo fuera del cuarto, por lo que Isami, "Pony" y yo, salimos a revisar las cerraduras de puertas y ventanas de la cabaña para asegurarnos de que estábamos seguros ahí dentro y volvimos al cuarto. Cinco minutos después, de nuevo ruidos, eso ya estaba raro y decidimos permanecer en el cuarto y pretender que no escuchamos nada. ¡Pom!... "no manches... ¡¿qué fue eso?!", fue mi expresión después de que se escuhara un fuertísimo golpe en la puerta del cuarto, como si alguien hubiera pateado la puerta desde afuera. Yo salté de mi cama después de 2 minutos de un tenso silencio entre los 5 que estabamos ahí, pero no nos decidimos a salir del cuarto de nuevo por obvias razones, el miedo ya estaba entre nosotros. Mis amigos me invitaron a tomar un lugar entre ellos para que yo no durmiera en la cama que quedaba justo frente a la puerta a un metro de distancia. Luis estuvo observando hacia afuera de la cabaña para ver si no se había metido algún vecino bromista a la propiedad, pero con ese clima sólo un wey muy loco se habría salido de su casa para hacer semejante cosa. Algunos ruidos se pudieron escuchar durante el resto de la noche pero nos hicimos weyes hasta quedar bien dormidos. A la mañana siguiente, al revisar la cabaña, notamos que una de las ventanas del cuarto tenía la marca de una mano enorme sobre ella. No sabemos quién o qué fue lo que hizo esa marcaa en la ventana ni mucho menos lo que causó ese golpe en la puerta, pero definitivamente descartamos una invasión a la cabaña porque todo estaba perfectamente cerrado con llave. No quiero sonar marica pero mientras escribo esto, estoy empezando a sentirme inquieto, no me lo explico... mejor me voy, bye!. (La foto es de aquella primera noche en la cabaña, yo soy el que está en medio del chavo de rojo (Luis) y el de lentes (Isami), o sea que soy el de la sudadera azul).

No hay comentarios.: