En las últimas dos semanas, en la Ciudad de México, sucedieron dos eventos relativos a la experimentación electrónica sonora. Primero uno proveniente de Canadá, el Mutek, y luego otro organizado en México pero con invitados internacionales, el Decibel. Para aquellos que desconocen la naturaleza de este tipo de eventos, no daré un marco o contexto muy amplio pues no es esa la intención de esto, pero si puedo decir que en ellos reside la llamada "vanguardia" sonora y la experimentación de "fenómenos auditivos" generados con interfaces tecnológicas cada vez más avanzadas o complejas.
La que es conocida como música electrónica, simplemente ya no lo es. Estará tal vez de más aclarar que "las músicas" electrónicas son tan diversas que resulta incluso inapropiado contestar con esa palabra a la pregunta -¿Qué música te gusta?- De caer en ese error, uno bien podría estar bailando el "hit" de pop/televisivo en alguno de los bares de Insurgentes, como envuelto en una nube de mois y mona entre mares de chicos aparentemente meditando por los rumbos de la calle de Guatemala.
Y es que la naturaleza de esta música ha generado hoy que la línea entre el arte y la ciencia se disipe por momentos, causando una subjetividad total entre la intervención y composición artísticas y la exploración o automatización de procesos. Aquí la primera pregunta: ¿Qué tanto de una pieza que resulta de funciones, aplicaciones, filtros, ecuaciones y patrones azarosos puede ser de mi autoría? Será acaso la obra de la aplicación - sistema - aparato usándome a mi como interfaz para existir?
Aplicaciones como MAX/MSP o LIVE son programas computacionales que básicamente son capaces de generar interfaces personalizadas para mezlcas arbitrarias de sonidos "sampleados" en vivo o en estudio para generar atmósferas ruidistas, o como dijera el curador del festival Decibel -anarquía sonora o terrorismo musical...- Los sonidos que entonces surgen de estos procesos digitales son estructuras ilegibles en su mayoría, como lo son los performances íntimamente personales o las piezas de arte objeto que se pierden en las esquinas iluminadas de las galerías más aventuradas. Es decir, obras de expresión individual que poco conocen de la función social del arte.
Pero que tal si entonces estamos frente a la auténtica expresión sonora de los más nuevos lenguajes de programación y los procesos digitales aplicados al sonido. Pero entonces, ¿porqué estando en Ciudad Universitaria durante el Festival Mutek, entre la conjugación de intelectuales, hippies, artistas, optimistas, músicos y jóvenes entusiastas de la inovación se armó la rechifla cuando caía la tarde?
No lo se.
La que es conocida como música electrónica, simplemente ya no lo es. Estará tal vez de más aclarar que "las músicas" electrónicas son tan diversas que resulta incluso inapropiado contestar con esa palabra a la pregunta -¿Qué música te gusta?- De caer en ese error, uno bien podría estar bailando el "hit" de pop/televisivo en alguno de los bares de Insurgentes, como envuelto en una nube de mois y mona entre mares de chicos aparentemente meditando por los rumbos de la calle de Guatemala.
Y es que la naturaleza de esta música ha generado hoy que la línea entre el arte y la ciencia se disipe por momentos, causando una subjetividad total entre la intervención y composición artísticas y la exploración o automatización de procesos. Aquí la primera pregunta: ¿Qué tanto de una pieza que resulta de funciones, aplicaciones, filtros, ecuaciones y patrones azarosos puede ser de mi autoría? Será acaso la obra de la aplicación - sistema - aparato usándome a mi como interfaz para existir?
Aplicaciones como MAX/MSP o LIVE son programas computacionales que básicamente son capaces de generar interfaces personalizadas para mezlcas arbitrarias de sonidos "sampleados" en vivo o en estudio para generar atmósferas ruidistas, o como dijera el curador del festival Decibel -anarquía sonora o terrorismo musical...- Los sonidos que entonces surgen de estos procesos digitales son estructuras ilegibles en su mayoría, como lo son los performances íntimamente personales o las piezas de arte objeto que se pierden en las esquinas iluminadas de las galerías más aventuradas. Es decir, obras de expresión individual que poco conocen de la función social del arte.
Pero que tal si entonces estamos frente a la auténtica expresión sonora de los más nuevos lenguajes de programación y los procesos digitales aplicados al sonido. Pero entonces, ¿porqué estando en Ciudad Universitaria durante el Festival Mutek, entre la conjugación de intelectuales, hippies, artistas, optimistas, músicos y jóvenes entusiastas de la inovación se armó la rechifla cuando caía la tarde?
No lo se.
Música
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