lunes, mayo 08, 2006

De qué hablas cuando hablas de cualquier cosa?




Pues bien, heme aquí. Gracias a la invitación de un amigo estoy incorporándome al grupo de colaboradores de un blog que según he escuchado tiene mucho éxito. Ahora bien, me pregunto: ¿Qué hago aquí? ¿De qué demonios voy a hablar en un blog que tiene artículos de política, de comics, de fútbol, de religión y no se que tanto más?
Lo primero que se me ocurrió fue seguir la idea de la campaña perredista y convertirme en el negrito en el arroz, es decir, escribir una respuesta a los demás artículos, pero creo que sería un tanto ingrato de mi parte, además de que sería poco original y crearía un callejón sin salida de respuestas. También se me ocurrió escribir sobre alguno de los temas que ya se abordan, como política, y esto no me pareció tan mala idea. Sin embargo creo que el problema al que me estoy enfrentando es precisamente el mismo al que nos enfrentamos todos cuando nos piden hablar de cualquier cosa: nos mata la idea de tener que tomar una decisión. Empezamos a divagar, nos arrepentimos, nos clavamos en un tema y luego no nos acordamos como empezamos a hablar de eso, etc. Esto nos pasa a todos en cierto momento y cada quien sabe como enfrenta las cosas. En mi caso, y ante mi incapacidad para decidirme entre aparecer como un ñoño, un nerd, un fanático, un rebelde, un izquierdista, un incomprendido, un rechazado, un neurótico, un aburrido, un sarcástico, y todos los demás adjetivos que podrían ajustarse a mi persona, he pensado que la mejor solución es tomarme la libertad de ocupar cada una de esas facetas de mi personalidad para titular mis colaboraciones y hablar de un día en la vida de cada uno de estos personajes, que a fin de cuentas constituyen una parte de mi, pero que tienen vida propia e interpretan el mundo desde su muy particular punto de vista. Esto también me ayuda a elegir el tema que le haya interesado en ese día al personaje dominante en esa ocasión, y les doy a ellos la libertad de opinar al respecto, abusando de la amable invitación de mi amigo y tomando al pie de la letra sus palabras sobre la libertad editorial.
Espero poder llegar al punto en el que las personas comentan lo que escribo, pero si no es así y nadie decide dar su opinión al respecto pues al menos tendrán una imagen más para completar el cuadro de esta publicación conocida como “Ciudad de México”. Gracias a mi anfitrión y a los que se tomen la molestia de honrarme con su lectura y a los que no les interese pues les agradezco también, pues la diversidad permite que yo pueda seguir pensando como pienso hasta ahora y la intolerancia me sirve para reafirmar mis convicciones.

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