¿Qué adolescente en su sano juicio no ha pensado alguna vez en exterminar a progenitores, maestros, condiscípulos y demás personas a su alrededor?
Digo, pensarlo y hacerlo son dos cosas completamente distintas...
Ahora bien, cuando su empleador o jefe en turno le ordena hacer cosas que en el sano juicio de cualquiera resultan insulsas ¿No ha pensado en hacerle cosas malas?
Cuando en el metro lo empujan, lo estrujan, lo pisotean y luego le echan la culpa de aventar, "manosear" o "embarrar" a una fémina en el transporte colectivo subterráneo, y usted ni por enterado hasta que le caen los insultos encima -eso en el mejor de los casos- ¿No le dan ganas de darle un derecho y un revés al agresor? No seamos hipócritas, la verdad es que mínimo una golpiza pasa por la mente de todos. A parte, hay tantos ejemplos en esta ciudad que merecen el enojo que simplemente es imposible enumerarlos todos. Pero imagínese si encarcelamos a todos aquellos adolescentes con ideas matonas, las cárceles del país terminarían como la escuelita de Jorge Ortiz de Pinedo.
Claro, la reciente historia de EU deja entrever que probablemente las autoridades de ese país actuaron inteligentemente, evitando que personas fallecieran a consecuencia de un eventual tiroteo. Pero ¿Y si estaban equivocadas?
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